miércoles, 1 de junio de 2011

EL ABUSO Y EL ESTADO DE RESULTADOS

Los idiotas, maleducados, cretinos  y abusivos suelen estar perfectamente identificados en la mayoría de las organizaciones. Bien es cierto que en culturas extremadamente agresivas son más difíciles de identificar, ya que tienen que hacer circo maroma y teatro para poder sobresalir. Pero a pesar de todo, algunos lo consiguen sin excesivas dificultades.


El problema surge cuando el abusivo  aparentemente tiene un talento sin igual y ha conseguido forjarse una imagen de excelencia profesional (mejor dicho, de excelencia técnica…) que le blinda ante todo y ante todos. En estos casos, el abusivo  siente que puede hacer y deshacer a su antojo, manipular a unos y a otros, y por supuesto, reírse de todos, incluidos los primeros directivos, a los que adula y pelotea de forma bochornosa (y con los que suele jugar al golf, squash, futbol… etc). En definitiva, este tipo de ser se sabe la estrella, se siente imprescindible, se envalentona y se cree con el derecho a decir y hacer lo que le parece cuando le parece, y todo porque el estado de resultados le adora.


Muchos directivos creen que no hay más remedio que soportar a los abusivos con talento y asumir todo tipo de comportamientos aberrantes en nombre del éxito y la “utilidad” (que es lo que importa… ¿no?). Algunos piensan: “es un cretino, pero dejemos las cosas como están, obtiene grandes resultados”; sin darse cuenta de los posibles efectos secundarios (e intangibles) del abusivo: clima laboral bajo mínimos, conflictos perpetuos, injusticias persistentes, colaboración nula, ausencia de comunicación…


En definitiva, no creo que nadie (repito ¡NADIE!) tenga el suficiente talento como para ser imprescindible, y más si es un abusivo. A ver cuando nos acostumbramos a ver más allá del estado de resultados…






“No existe remedio contra el mal cuando los vicios se convierten en costumbres.”

Seneca



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