En las organizaciones siempre hay personas que son generadores de problemas y personas que son solucionadoras de problemas.
Hay quien siempre está planteando dificultades, magnificando los inconvenientes de las decisiones que se adoptan, apuntando problemas donde muchas veces no los hay… No aportan nada. Solo complican. Es molesto trabajar con ellos. Pero no hay que olvidar que los principales perjudicados son ellos mismos. Ellos son los problemáticos, los demás simplemente sufren las consecuencias de su presencia.
En cambio hay otros, que sin obviar las dificultades que se presentan en el día a día, ven las cosas con optimismo, intentan ser positivos, colaboran con una sonrisa cuando hay que echar una mano para resolver un asunto. Da gusto trabajar con ellos.
Un buen ejercicio es preguntarse de vez en cuando: cuando yo no estoy presente, los que trabajan conmigo ¿dan un respiro de alivio o me echan de menos?
El ser un solucionador de problemas no debe confundirse con ser una persona que se conforma con todo. Un solucionador de problemas puede llegar a ser muy molesto para un jefe cuando en la empresa se está cometiendo alguna injusticia. Levantará la voz, y bien alta si es preciso, para intentar impedir que se cometan esos abusos, abusos que normalmente perjudican a otros más indefensos.
“No todo resbalon significa una caída.”
George Herbert
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