Como el escenario que se dibuja es positivo y en los últimos tiempos andamos algo escasos de proyecciones que nos eleven la moral. Dejaremos las noticias tristes y las previsiones apocalípticas para la prensa, los economistas y los políticos.
Tenemos los cambios a la vuelta de la esquina
Las carreras profesionales ya no son lo que eran, de la línea recta vamos directos a una sinusoide, con ritmos irregulares y cambios frecuentes en el mismo sector o no. Para acabar de arreglarlo tenemos pruebas más que evidentes que las empresas no están ni en disposición ni en condiciones de ofrecer y mucho menos prometer empleos de larga duración por lo que la seguridad en el puesto de trabajo va dejando paso a la “empleabilidad” que es la capacidad para encontrar un trabajo de manera más o menos rápida.
Como decíamos en un post anterior las descripciones de puestos de trabajo si no han muerto están entrando en agonía. Lo que si ya podemos ir enterrando es el concepto de empleado y la noción de “competencias”, entendiendo por tales lo que las personas son capaces de hacer, como punto de referencia principal.
Además el contexto económico empuja a las empresas a innovar y esto es muy difícil hacerlo en un entorno organizativo tradicional por sus toques burocráticos, por considerar a los trabajadores como robots reemplazables, por basar sus criterios de selección en signos psicomorfológicos y por ser en definitiva más gestores de “recursos humanos” que otra cosa.
Y con los cambios vienen las buenas noticias
La estructura burocrática está dejando paso a la organización por proyectos y a la organización en red en las que los trabajadores se asocian a proyectos, las jerarquías se disipan y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se usan a tope.
No es difícil prever que en un entorno como el anterior cada trabajador podrá estar asociado a varios proyectos gestionando una auténtica cartera compartida con otros colegas que tendrán una categoría de socios por el alto nivel de interconexión que todo ello va a comportar. Y esto no es ciencia ficción, algún día os contaremos las experiencias que en este sentido hemos vivido nuestra socia Montse Taboada y un servidor con algunos clientes.
Las empresas gestionarán auténticas marcas porque lo que se encontrarán los departamentos de RRHH son individuos que propondrán una oferta de servicios única, una oferta de talento global. He aquí otros que deberá adaptarse al cambio, los RRHH me refiero.
Y como hemos enterrado al empleado damos paso al “imprendedor” que es ni más ni menos que un auténtico emprendedor en el seno de la empresa tomando iniciativas, detectando oportunidades y movilizando recursos internos y externos.
El panorama es bonito, ¿no?.
¿Y la Marca personal qué?
Las buenas noticias que acabamos de ofrecer convergen en que el trabajador del futuro hará más de lo que se le pide y no por peloteo ni para hacerse ver sino porque estará íntimamente convencido de la utilidad de lo que esté haciendo y porque dará valor a una combinación original de talento, apostará por la creación y la originalidad, se encaminará sin miedo a asumir riesgos con iniciativa y audacia comprometiéndose personalmente en todas sus acciones y por si fuera `poco propondrá su propia visión.
“Una de Las Peores Formas de Vivir Es Preocuparse de Lo Que Otros Piensan de Ti.”
Raul Reyes
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