Cambiar cuesta. No cambiar también cuesta. Pero intentar cambiar y acabar con no hacerlo, cuesta aún más.
Miles de autores se han abocado al fenómeno de la resistencia al cambio y otros tantos a decirnos cómo cambiar. Es que ambas perspectivas se encuentran ubicadas en el extremo opuesto de un continuo que va desde lo más optimista hasta lo más pesimista.
La visión optimista de la condición humana le apuesta a la persona y asume que la gente quiere progresar, que busca retos, que quiere crecer y está dispuesta a pagar el precio; la visión pesimista asume que la gente es conformista, que no quiere cambiar ni crecer y mucho menos quiere pagar el precio del cambio.
Menciono algunas reflexiones relacionados al cambio:
El Abogado del Diablo versus El Abogado del Ángel.
La frase de: “Déjame jugar el rol del abogado del diablo”, es una asesina de iniciativas. Al articular la frase automáticamente se adquiere el permiso para dejar correr la simulación que inevitablemente caerá en el análisis seco, distante y desconstructivista hasta que acabe con todo. Debería de haber un abogado defensor cada vez que se invoca a la figura del abogado del diablo; un buen nombre quizá sería el abogado del Ángel, sin querer asociarlos, ni uno ni otro, al bien o al mal, sino al simple balance de figuras argumentativas.
Dispendio Organizacional versus Ahorro Eficientista.
Dispendio es la suma de los productos, insumos y recursos organizacionales que se consumen para realizar el cambio desde la concepción, comunicación e implementación. Incluye juntas, eventos especiales, discusiones, clarificaciones, cambios en las funciones, utilización de energía adaptativa (energía extra para ajustarse a nuevas demandas), re-procesos, malos entendidos, alegatos, implicaciones no anticipadas, pérdida de eficiencia operativa, entre otros.
Ante una lista como la descrita, no resulta difícil entender que el cambio puede resultar más costoso de lo que se mira en primera instancia.
Entusiasmados por El Cambio versus “Vacunados” contra El Cambio.
Querer cambiar y emprender acciones para lograrlo puede costar más caro si en el camino se decide dar marcha atrás: “fue mucho relajo, no jaló la cosa, te dije que no iba a funcionar”, entonces los escépticos se refuerzan en el no-cambio y triunfan.
Al dispendio organizacional que se mencionó antes, hay que agregarle otros dos costos más que normalmente están escondidos:
1) El del Desánimo, que se provoca por no lograr los cambios propuestos 2) El de La Resistencia e Incredulidad que se genera para el siguiente cambio (quedando “vacunados” en contra).
Absolutistas versus Kaizenistas.
“No hay medias tazas. Aquí conmigo las cosas se hacen de golpe porque se hacen”, decía un líder de línea dura cuando se le planteaba el esquema del cambio gradual.
Y también está la propuesta kaizenista (Kaizen en japonés significa mejora, desmenuzar, rehacer) que cree que el esfuerzo gradual y continuo, con una dirección en mente, es más poderoso y menos disfuncional. Bajo esta filosofía todos los días se hace algo, por más pequeño que sea, para reafirmar la visión elegida.
Una vertiente de este punto pueden ser las pruebas Beta, también llamadas pruebas piloto versus las implementaciones Alfa, el gran cambio de una sóla vez.
Quiero versus No Quiero.
Trata sobre la paradoja de querer cambiar al mismo tiempo que se experimenta la resistencia al cambio. Siempre hay ganancias primarias y secundarias involucradas en el cambio. Por ejemplo, al tener un empleo la ganancia primaria puede ser la certidumbre de una quincena y la secundaria que la persona evita confrontarse con ella misma, auto-previniéndose de un fracaso potencial.
Establisment versus Rebeldes.
El cambio lo quiere el que no tiene el poder. El poderoso se aferra al establishment porque se sirve de él y paradójicamente, los que están en la mejor posición de hacer algo para cambiar significativamente las cosas son los que más beneficio obtienen del status quo.
Tomando en cuenta los puntos mencionados, enlisto algunas recomendaciones del cambio organizacional.
1. Definir el problema/oportunidad generando sentido de urgencia.
2. Esbozar una visión clara y articulada.
3. Comunicarla constante y redundantemente.
4. Vender y promover la idea.
5. Establecer una meta inspiradora que capture la imaginación de la empresa.
6. Seleccionar campeones internos que se encarguen del proceso.
7. Asignar recursos, no sólo de dinero.
8. Definir pasos claros de acción y recompensas a los involucrados.
9. Planear y celebrar victorias rápidas.
10. Planear y celebrar victorias grandes.
11. Hacer reajustes y reorientarse al paso 1.
Las cosas que valen la pena hacerse; vale la pena hacerse dos, tres, cuatro veces, hasta que salgan bien.
“El peor error del ser humano es confundir velocidad con direccion. El secreto de dirigir esta en la direccion que le ponemos a nuestras acciones”
Jack Welsh
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