miércoles, 1 de abril de 2009

TIPO DE ERROR: CATEGORIA TRES















La muerte de una leyenda      

 “Aprendiendo de nuestros errores... y de los errores de otros”, es el título de un artículo escrito por J. Gerald Suárez, consultor puertorriqueño, para la revista Zona Comercial de aquel país. En este texto, él nos habla del famoso Karl Wallenda, el acróbata que se ganaba la vida asombrando al público caminando en la cuerda floja sin red de protección. Como usted podrá apreciar, en este tipo de trabajo no hay margen de error.

En el año 1978, Wallenda intentó cruzar la cuerda floja entre dos edificios en Condado, Puerto Rico. En aquella ocasión Wallenda dio sus primeros pasos bajo una fuerte brisa que hacia aletear su ropa. El equilibrista se mostró un poco indeciso y tardó más de lo acostumbrado. Aunque los espectadores percibieron el peligro, muchos pensaron que era parte del espectáculo. Segundos más tarde Wallenda perdió el equilibrio y cayo al vacío. En pocos segundos su cuerpo impacta el suelo y muere.

Después de este trágico evento, la esposa de Wallenda dijo: “Durante tres meses seguidos antes de este espectáculo, Karl solo pensaba en no caerse al andar por la cuerda. Fue la primera vez que pensó en el fracaso. Me parece que Karl puso todas sus energías y toda su atención en no caerse en vez de concentrarse en andar por la cuerda con éxito”. Como verán la tragedia de Wallenda tiene mucha relación con el mundo de los negocios: como en ocasiones nuestra tendencia a evitar el fracaso ahoga nuestra capacidad y nuestro potencial para emprender actividades orientadas al éxito.

Igual ocurre en las organizaciones

 He visto un sinnúmero de personas centrado en evitar el fracaso, temerosos, corrigiendo u ocultando defectos a cada momento. Rara vez he visto que esto conduce al éxito, al contrario, este tipo de actividades es quizás el mejor trampolín hacia el fracaso. Como dice Suárez: “al eliminar lo que no se desea no necesariamente se obtiene lo que se desea”. Y el mismo ejemplifica: “Supongamos que le invito a cenar en mi casa y usted me indica que lo gusta el pescado. Y yo, por evitar el pescado, ¡preparo hígado!

Igual sucede en las organizaciones, los errores se cobran muy caros. Y además, la factura emocional se carga poco a poco, durante largo tiempo. En este tipo de empresas la gente “va a la segura”: no innova, no propone, ni se arriesga. Les sucede lo mismo que a Karl Wallenda, concentran todas sus energías en evitar el fracaso. Pero recordemos lo que dice Gerald Suárez: “La ausencia de errores no es un indicador de la presencia de éxito”. Además, se ha comprobado que cuando hacemos las cosas bien validamos lo que ya sabemos pero no estamos aprendiendo nada nuevo.

 

Tipos de Errores

 

Desde mi perspectiva hay tres tipos de errores: los de acción, cuando hacemos algo que no debimos, los de omisión, dejar de hacer lo que debimos de haber hecho. En el caso de Wallenda, hizo lo que no debió haber hecho, pensar en caerse; y no hizo lo que debió haber hecho, visualizar la caminata con un resultado positivo. De acuerdo a lo anterior, Wallenda cometió errores de acción y de omisión. El tercer tipo es el error de sumisión osea de acuerdo al jefe o la organización, esto ocurre cuando no se hacen las cosas como le gustan a “x” o “y” Director, o de acuerdo a determinada política interna. ¿Le suena conocido?

 

Ahora imagínese a su organización, existen algunos puestos en donde las personas experimentan la misma sensación que Wallenda al caminar en la cuerda floja: le señorita que cobra en la caja, el que reporta a un jefe neurótico, la señorita de "telemarketing" a la que le graban las llamadas, etcétera. Las personas que laboran en estas actividades están propensas, como Wallenda, de cometer errores de acción y de omisión.

 

Evitando Cometer Errores

 

Los errores de acción se pueden evitar con una actitud proactiva, con la debida capacitación que proporciona confianza a las personas a tomar decisiones. Los errores de omisión se pueden evitar con procesos adecuados y con un buen “check-list”. A veces se pueden evitar también con una persona que audite los procesos. El problema está en los errores “de acuerdo al jefe”, y estos son los que las personas más temen, especialmente en estos tiempos de desempleo...

 Los errores de “categoría tres”, como prefiero llamar a los errores de acuerdo al jefe o determinada política, son muy perniciosos para la empresa, por que la gente los evita mediante la sumisión, sometiéndose, al juicio del jefe; acatando y renunciando a su propia opinión. Para su información la palabra sumisión significa también rendirse y subyugarse; y proviene del latín summus como le llamaban al supremo, a quien no tiene superior. Por lo general, las personas que castigan los errores del tercer tipo, se sienten supremas, consideran poco probable que exista alguien superior a ellos, al menos dentro de la organización.

 Al final el personal de las empresas termina agotado por andar cuidándose de los tres tipos de errores, pero especialmente del último. Aunque nadie va a morirse como Wallenda, sin embargo, los empleados caerán en la red de la frustración y la inseguridad, y por ende, dejarán de innovar. Ahí es donde empieza a manifestarse el declive de la organización. ¿En su organización se castigan los errores de sumisión? ¿Y es dolorosa la penitencia?

 “No tiene nada de malo meter la pata de vez en cuando, pero hay que sacarla lo más pronto posible”.

Felipe González

Ex-presidente de España

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