Según cuenta una vieja historia, un noble de la antigua China preguntó a su médico, que pertenecía a una familia de sanadores, cuál de ellos era el mejor en el arte de curar.
El médico, cuya reputación era tal que su nombre llegó a convertirse en sinónimo de "ciencia medica" en China, respondió: "Mi hermano mayor puede ver el espíritu de la enfermedad y eliminarlo antes de que cobre forma, de manera que su reputación no alcanza más allá de la puerta de la casa.
"El segundo de mis hermanos cura la enfermedad cuando ya es extremadamente grave, así que su nombre no es conocido más allá del vecindario.
"En cuanto a mí, perforo venas, receto pociones, y hago masajes de piel, de manera que, de vez en cuando, mi nombre llega a oídos de los nobles".
Este es un relato que capta con suma contundencia la esencia de la relación entre el arte de la curación y el arte de "ejercer la autoridad"; posiblemente ejercer la autoridad y curar sean mundos aparte, pero tienen algún paralelo: reconocer como cuenta la historia que cuanto menos se necesita algo o cuanto menos se note el accionar de alguien, tanto mejor; si un jefe, gerente, presidente, supervisor, etc. se hace notar cuando está mandando, algo en la organización no está funcionando adecuadamente.
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