Las Cinco "V" a las que deben dedicarse los directivos y que generan valor:
Visión estratégica. Debemos emplear al menos un 30% de nuestro tiempo a anticipar el futuro, a elaborar escenarios, a describir horizontes factibles, a inspirar retos. Sin proyecto no hay liderazgo posible.
Vertebración. El auténtico liderazgo se basa en dedicar al menos 20% del tiempo a cohesionar, a provocar colaboraciones transversales, a fomentar el orgullo de pertenencia, a analizar (juntos) los resultados conseguidos, las pautas, las potencialidades.
Vocación. ¿Se divierte con lo que hace? ¿Sabe si lo hacen los miembros de su equipo? Es más que evidente que el talento parte del disfrute, que necesitamos que nos guste lo que hacemos para dar lo mejor de nosotros mismos. Hemos de dedicar al menos un 20% del tiempo como directivos a escuchar a los colaboradores con atención y vivo interés, a reflexionar sobre nosotros, a reforzar lo que los miembros del equipo hacen bien y a explicarles qué pueden hacer mejor.
Valentía. Conviene empezar la temporada abandonando las inercias de ejercicios anteriores, las servidumbres del pasado, la mera reacción a un entorno hostil. Atreverse a dirigir de verdad significa dominar la agenda y servir a la misión y los valores de la compañía desde el ejemplo diario.
Visión estratégica. Debemos emplear al menos un 30% de nuestro tiempo a anticipar el futuro, a elaborar escenarios, a describir horizontes factibles, a inspirar retos. Sin proyecto no hay liderazgo posible.
Vertebración. El auténtico liderazgo se basa en dedicar al menos 20% del tiempo a cohesionar, a provocar colaboraciones transversales, a fomentar el orgullo de pertenencia, a analizar (juntos) los resultados conseguidos, las pautas, las potencialidades.
Vocación. ¿Se divierte con lo que hace? ¿Sabe si lo hacen los miembros de su equipo? Es más que evidente que el talento parte del disfrute, que necesitamos que nos guste lo que hacemos para dar lo mejor de nosotros mismos. Hemos de dedicar al menos un 20% del tiempo como directivos a escuchar a los colaboradores con atención y vivo interés, a reflexionar sobre nosotros, a reforzar lo que los miembros del equipo hacen bien y a explicarles qué pueden hacer mejor.
Valentía. Conviene empezar la temporada abandonando las inercias de ejercicios anteriores, las servidumbres del pasado, la mera reacción a un entorno hostil. Atreverse a dirigir de verdad significa dominar la agenda y servir a la misión y los valores de la compañía desde el ejemplo diario.
Visibilidad. Los mejores ejecutivos suelen ser gente humilde, tranquila, poco dada a las relaciones públicas. Sin embargo, para difundir las mejores prácticas e impulsar la reputación corporativa, los directivos deben hacerse ver con frecuencia, emitiendo los mensajes convenientes.
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