La palabra gobernar significa mandar, dirigir o guiar con autoridad o ejercer una fuerte influencia sobre alguien o algo. De hecho, este término en griego significa conducir un barco. Gobernar también significa hacer cumplir las reglas.
El concepto de gobierno ha preocupado a la humanidad desde hace miles de años, basta con revisar los principios de Confucio (500 a.c.) quien establecía que el buen gobierno de estado debería cuidar: caridad, justicia y respeto por la autoridad.Se dice que un buen gobierno es la clave para cualquier tipo de organización.
Una empresa con un buen gobierno es aquella en donde las personas que están en la cúspide disponen del poder necesario para resolver cualquier problema.
Algunos autores estiman que hay dos tipos de problemas en las organizaciones: de talento y capacidad humana, y los de falta de un buen gobierno. La Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, una de las más prestigiadas del mundo, ampliamente reconocida por su excelente programa en periodismo, también se ha especializado en diversos aspectos del negocio de la comunicación. Esta facultad también edita varias publicaciones relacionadas con esta industria. En su revista "Perspectivas", en el número de julio/agosto del 2003, publicaron un artículo titulado "El gobierno de las empresas de comunicación".En este artículo aparece una interesante lista titulada "25 Consejos para un Director", espero que la encuentren interesante y aleccionadora.
1. Diviértete mucho en tu trabajo de dirección, ríete con frecuencia, empéñate en pasarlo muy bien (tú y tus colaboradores). Si esta primera indicación te parece frívola, renuncia de tu puesto: no tienes futuro como directivo.
1. Diviértete mucho en tu trabajo de dirección, ríete con frecuencia, empéñate en pasarlo muy bien (tú y tus colaboradores). Si esta primera indicación te parece frívola, renuncia de tu puesto: no tienes futuro como directivo.
2. Hazte un equipo genial. No emprendas ninguna otra tarea antes de conseguir ese objetivo.
3. Considera que todos los errores y problemas que cometen o causan los que están debajo de tí son culpa tuya: has elegido mal a tu gente o no los has formado bien o no has sabido entusiasmarles con un proyecto atractivo.
4. No tengas una postura soberbia con "los de abajo": si te piden algo, no les digas que ya les has subsidiado tal o cual asunto, piensa que tu gente necesita lo que solicita y que debes hacer lo posible por conseguir que lo tengan.
5. No exijas que confíen en tí o que estén unidos a tí: la confianza te la ganas con tus actos. Antes de tomar una decisión plantéate "¿'mi gente' va a confiar más en mí si actúo así?". No hagas nada que no puedas explicar, que no parezca razonable, que genere desconcierto o desánimo a tu alrededor.
5. No exijas que confíen en tí o que estén unidos a tí: la confianza te la ganas con tus actos. Antes de tomar una decisión plantéate "¿'mi gente' va a confiar más en mí si actúo así?". No hagas nada que no puedas explicar, que no parezca razonable, que genere desconcierto o desánimo a tu alrededor.
6. Comparte la información con "los de abajo"; permite que tengan visión de conjunto; da razones convincentes; no invoques el principio de autoridad, o tu experiencia, o tus años, para que te hagan caso. La edad avanzada -si la tienes- te da algunos privilegios, por ejemplo, a ser tratado con respeto o a pagar tarifa reducidas en los aviones; pero no garantiza que tus opiniones sean infalibles.
7. Celebra los éxitos, aunque sean pequeños (no te preocupes: unos refrescos y unos bocadillos no desequilibran el presupuesto...). Da poca importancia a los fracasos: analízalos sólo para aprender y mejorar.
8. Piensa en lo que ya has logrado: obstáculos salvados, metas alcanzadas, proyectos realizados... No te inquietes si es largo camino que te queda por recorrer. No compares tu organización con la perfección o la utopía: no sirve para nada y te puedes desanimar.
9. Plantéate si te estás haciendo cargo de los problemas y proyectos de "los de abajo". Hay un sistema infalible: pregúntaselo.
10. Recuerda que eres buen directivo si propones metas valiosas y atractivas, y generas pasión y entusiasmo en tu gente.
11. No te preocupes excesivamente si unos pocos de los que dependen de ti no te entienden o desconfían de tu modo de trabajar: ni el mejor sistema de selección es capaz de evitar que haya un 5 por ciento de personas raras, complicadas e hipersensibles en cualquier organización.
12. Pero ponte muy nervioso si esa cifra supera el 20 por ciento: no olvides que el buen directivo es querido por su gente.
13. Haz deporte; bebe cerveza (o lo que quieras); pasea por el monte; escucha la música de Phil Collins (o de quien quieras); lee buena literatura; descansa. Muy pocas veces en la vida un directivo debe estar al límite. Lo normal es que le sobren energía y facultades para afrontar en plena forma las decisiones más relevantes.
13. Haz deporte; bebe cerveza (o lo que quieras); pasea por el monte; escucha la música de Phil Collins (o de quien quieras); lee buena literatura; descansa. Muy pocas veces en la vida un directivo debe estar al límite. Lo normal es que le sobren energía y facultades para afrontar en plena forma las decisiones más relevantes.
14. Aunque tengas gran admiración por la policía o por el ejército, no intentes controlarlo todo: es imposible. Selecciona bien a tu gente, dejar ir a los que no están a la altura, confía en tu equipo. ¿Dicen de ti que eres extraordinariamente alentador?
15. No des excesiva importancia a que no te obedezcan: con frecuencia, tu gente decidirá con razón no hacerte caso, porque tiene datos que tú no conoces.
16. Gobierna con serenidad y de modo amable: las patadas y las broncas no constituyen modos de gobierno aceptables en el siglo XXI (por cierto, tampoco lo eran en el XX).
17. De vez en cuando debes distanciarte de los problemas y de las preocupaciones cotidianas. Trabaja con perspectiva. Plantéate cómo quieres que sea tu organización dentro de cinco años. Haz un poco de ciencia ficción y aumenta ese plazo a veinte años. Y ahora, pregúntate: ¿por qué te inquieta tanto esa piedrita en el zapato, de la que ni te vas a acordar dentro de dos meses?
18. Favorece los canales informales de comunicación: encuentros fuera del lugar habitual de trabajo, comidas, etcétera. Las reuniones formales sirven para tomar decisiones, pero no son útiles para poner en común ideas, explorar nuevas iniciativas, compartir proyectos o generar enfoques creativos, porque existen demasiadas normas y un estricto sentido de la jerarquía.
19. Ante cualquier propuesta de cambio no respondas "es que", sino "¿por qué no?".
20. No invoques continuamente "el reglamento interno" de tu organización. La normativa no es un fin sino un procedimiento que facilita cumplir unos objetivos: si es necesario -y con frecuencia lo será- habrá que hacer excepciones o cambiarla si no resulta útil.
21. Busca a quien te pueda sustituir. Si han pasado muchos años y no lo encuentras, renuncia: probablemente estás tratando de hacerte insustituible y corres peligro de poner más interés en conservar tu cargo que en lograr los fines de tu organización.
22. Procura que quienes dependen de ti sean cada día mejores profesionales y mejores personas, y que también cada día estén más contentos trabajando en tu empresa; eso requiere un ambiente (de libertad y confianza) y un plan (de desarrollo profesional).
23. Selecciona a personas optimistas, divertidas, con buen humor, sonrientes, flexibles, tolerantes, no complicadas, comprensivas y "normales" (presta atención a esta última cualidad, porque comienza a ser poco frecuente). Hay otros requisitos profesionales muy valiosos, pero los anteriormente citados son irrenunciables (tanto para tu salud emocional como para el futuro de tu compañía).
24. No te rodees de "súbditos" que carecen de tu autoridad, experiencia y conocimientos, que sólo te pueden seguir y no están en condiciones de llevarte la contraria. Esfuérzate por tener a tu lado "socios", personas que estén a tu mismo nivel, con quien puedas trabajar en situación de igualdad. Si tienes un grupo de "socios" extraordinario, no te van a poder parar.
25. No consientas tener jefes incompetentes, tiranos o injustos. Habla con ellos para que se empeñen en gobernar mejor; dales tiempo: tal vez aún estén en condiciones de aprender y de rectificar. Pero si pierdes definitivamente la confianza en ellos o piensas que te impiden trabajar con libertad, pregúntate qué haces todavía en esa empresa.
El término "gobernanza" propone la acción de gobernar a otros, así como el acto de gobernarse a uno mismo. Esto último, como todos sabemos, es mucho más difícil de lograrlo. Como bien decía hace unos mil 500 años Timoteo, en su primera epístola (capítulo 3, versículo 5), refiriéndose a las autoridades eclesiásticas: "pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?". Ahora vivimos momentos en los que las competencias organizacionales cada vez más dependen de las habilidades personales.
Los que ejercemos algo de gobernanza en nuestra vida (mandamos, dirigimos o guiamos a nuestros hijos, colegas, etcétera), ¿cómo nos gobernamos a nosotros mismos?, ¿cómo hacemos cumplir y cumplimos las reglas?
"Un buen gobierno debe ser como el agua, suave y flexible en sus puntos débiles y arrollador en sus puntos máximos".
"Un buen gobierno debe ser como el agua, suave y flexible en sus puntos débiles y arrollador en sus puntos máximos".
Como lo expresa Branden: "La autoestima se ha convertido en una necesidad económica urgente", porque uno de los factores más importantes que aporta el recurso humano en las organizaciones son ideas e imaginación. Un equipo de trabajo sin una sana autoestima no puede desarrollar plenamente su creatividad, y sin ella ¿de que sirven?
"¿Qué es el miedo a tomar decisiones si no una falta de confianza en la propia mente y capacidad de juicio?".
"¿Qué es el miedo a tomar decisiones si no una falta de confianza en la propia mente y capacidad de juicio?".
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