sábado, 15 de noviembre de 2008

SENTIDO COMUN













Eugene O'Neill, un dramaturgo estadounidense, decía: "Creer en el sentido común es la primera falta de sentido común". Siempre que escucho en una reunión sobre la importancia de pensar y actuar con sentido común me pregunto si todos entendemos realmente de qué estamos hablando.
¿Para usted qué es el sentido común?El diccionario de la Real Academia Española establece que el sentido común es "un modo de pensar y proceder tal como lo haría la generalidad de las personas". Entonces, ¿el sentido común es la forma en que la mayoría piensa y actúa? Si estamos de acuerdo en esta definición, aquellas personas que no piensan y actúan como la mayoría carecen de sentido común.
No estoy de acuerdo con esto.
En 1986, en una investigación para una tesis doctoral se aplicó el siguiente problema de matemáticas a un grupo de niños de primero y segundo grado escolar: "En un barco hay 26 ovejas y 10 cabras. ¿Qué edad tiene el capitán?". De los 97 niños, 76 "resolvieron" el problema sumando 26 más 10". La mayoría de los niños resolvió el problema de esa manera. ¿Quiere decir que ellos actuaron con sentido común y los que respondieron que no sabían, no?Lo que más preocupó a los investigadores es que la mayoría de los niños asumió que le fueron dados todos los elementos para la resolución del problema, muy pocos se atrevieron a contradecir a la mayoría y decir que no se podía conocer la edad del capitán. Porque en los sistemas escolares tradicionales (y en nuestra sociedad) la respuesta honesta: "no sé", es poco valorada. Se prefiere decir un dato "aproximado" o falso antes que aceptar que no conocemos la respuesta.
Un día me sucedió que viajando en carretera, de regreso a casa, me encontré con una desviación que no estaba bien señalada y parecía que había más de una alternativa para seguir. En lugar de detenerme y ubicar mi posición, seguí a la mayoría de los vehículos que parecían conocer el camino. El resultado fue que todos íbamos detrás de un camión que realmente iba para otro rumbo, y tuvimos que regresarnos más adelante. A veces seguir a la mayoría no funciona.
Les voy a platicar una historia que sucedió durante la Guerra de Vietnam. En este conflicto el Gobierno estadounidense estaba muy presionado por combatir ante un enemigo que atacaba en pequeños grupos y se escondía en la espesa jungla. En un costoso proyecto secreto la empresa General Electric y el Ejército desarrollaron un equipo que tenía la capacidad para detectar la presencia de amoniaco en el sudor y la orina humana.El proyecto llevaba el nombre "Snoopy" (como el perrito de la tira cómica) y la tarea consistía en hacer volar a baja altura helicópteros que rociaban ácido clorhídrico sobre la jungla, y al combinarse éste con el amoniaco que emanaba del cuerpo humano se formaba una substancia identificable por el equipo. En donde se detectaba, se disparaba indiscriminadamente desde los helicópteros.Un día los soldados estadounidenses que patrullaban las zonas atacadas se dieron cuenta de que las tropas de Vietnam del Norte, sus enemigos, ya se habían familiarizado con los detectores, así que colgaban de los árboles tinas llenas de lodo y orina.
¿Cuánta tecnología, gasto en investigación y artillería se dedicó a disparar contra tinas llenas de... desecho humano?Lo que llamamos sentido común no es otra cosa que los paradigmas. Como ya lo hemos mencionado antes, el concepto de paradigma fue "puesto de moda" por el célebre Tomas Kuhn, y lo define como: "realizaciones científicas (formas de pensar) universalmente reconocidas (aceptadas) que durante cierto tiempo proporcionan modelos de soluciones...".Los paradigmas son como un mapa, una representación por la cual nuestros pensamientos deambulan. Cuando nos adentramos en territorios desconocidos, si no contamos con un mapa nos sentimos perdidos. Así, al presentársenos un problema inmediatamente recurrimos a nuestros viejos mapas para buscar la salida, recurrimos a nuestros viejos paradigmas.Un mapa nos ayuda a definir nuestra posición con respecto a tres puntos de referencia: dónde estoy, a dónde quiero llegar y qué caminos puedo tomar para alcanzar mi destino.
Si no te da esto, tíralo. Un mapa nos debe ubicar, aporta información del entorno, plantea alternativas de rutas y, lo más importante, proporciona seguridad emocional al viajero.Los paradigmas (al igual que los mapas geográficos) nos proporcionan un sentimiento de certidumbre, nos dan una sensación de familiaridad con el terreno, nos dan la seguridad emocional de que sabemos en donde estamos. Pero la solución a los problemas no está en tener un paradigma o mapa, sino en contar con el adecuado.No basta con aplicar el sentido común (como los niños que enfrentaron el problema de matemáticas), ni invertir en costosos proyectos (como el ejército estadounidense en Vietnam). Mejor revisemos si tenemos el mapa de nuestro entorno, si contamos con el paradigma adecuado a nuestra situación actual. Si no es así, detengamos el camino y definamos: dónde estamos, a dónde queremos llegar y qué rutas podemos seguir. A lo mejor conviene regresar al punto de origen y empezar de nuevo.
"El camino recto y el tortuoso son uno solo y el mismo".
Heráclito

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