Comience por actuar, concentrarse, practicar la reingeniería y, lo más importante, busque mejorar la productividad de su personal y la empresa.
NO NOS ENGAÑEMOS. Tomemos conciencia de la gravedad y la duración. Afrontemos la realidad. Lo peor está por venir.
ACTUEMOS. Compartamos la crisis con nuestros equipos. Busquemos ideas y estrategias. Luchemos en equipo. “No podemos cambiar la dirección del viento, pero si ajustar la posición de las velas”. No culpemos a las circunstancias, no lloremos, anticipémonos y pasemos a la ofensiva. Los directivos veteranos tienen que orientar al 50% de directivos que no han vivido ninguna crisis. Debemos hacerlo solo “algo mejor” que la competencia.
CONCENTREMONOS. Focalicemos los esfuerzos del equipo en mantener las bases del negocio en tiempos revueltos: vender, cobrar, comprar bien, ahorrar, y vigilar la tesorería.Priorizar el corto plazo antes que el medio plazo. Recoger lo sembrado antes que hacer nuevas siembras. No abandonemos los proyectos de futuro, pero hay que ralentizarlos durante la crisis. Ya vendrán tiempos mejores. Ahora hay que resistir y pasar el temporal hasta que amaine.
PRACTIQUEMOS LA REINGENIERIA. Analicemos si tenemos bastante preparadas nuevas líneas de producto o nuevos mercados. Veamos si tenemos alguna posibilidad internacional. Si es así, pidamos a nuestras personas movilidad, flexibilidad, adaptación, reciclaje, formación. Tienen que aceptar el reto y la oportunidad del cambio. También estudiar traslados de personas desde departamentos con excedentes a otros necesitados de potenciación: comercial, cobro de morosos, internacional, etc.… Se trata de dar todas las oportunidades posibles antes de medidas más traumáticas.
MEJOREMOS LA PRODUCTIVIDAD. Para ser más competitivos hay que aprovechar estos momentos para mejorar los procesos. Eliminar la “grasa” y potenciar el “musculo” que crea valor. Eliminar los productos y servicios no rentables. Eliminar los clientes no rentables. partir de “0” en los gastos. Hay muchos gastos que se nos han colado en épocas de vacas gordas. Revisemos los consumos de energía, de comunicaciones, de embalajes, suntuarios, viajes, etc… Además de del efecto directo sobre la cuenta de explotación, tienen el efecto de la concienciación general de la necesidad de austeridad y ahorro de todos.
AMPLIEMOS LOS MECANISMOS DE RECOBRO. La gestión de la morosidad en algunos sectores se convierte en decisiva para la supervivencia de la compañía. Concienciemos a toda la empresa en la correcta concesión de riesgos, las garantías, en el plazo de cobro y en la gestión de la morosidad. Pensemos en el cobro en especies como última solución.
PENSEMOS EN LA POST-CRISIS. Hemos de conseguir que al final de la crisis nuestra empresa esté preparada para dar un salto cualitativo y cuantitativo. Más ágil, más musculosa, más productiva. El equipo humano más unido y compenetrado, después de las dificultades vividas. Sera el momento de afrontar nuevos retos de diversificación, crecimiento, aventura, riesgo que hemos tenido que aparcar solo temporalmente durante la tormenta. Con la llegada del sol, nuestra proyección hacia el futuro será imparable.
“Frecuentemente, una crisis surge, no por falta de dinero, sino por falta de ideas.”
William Satin
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