Además de las palabras del gran escritor, la lectura nos encamina hacia el aprendizaje y el aprendizaje hacia la libertad del ser humano.
Por eso, ha sido considerada como peligrosa a lo largo de la historia y lo sigue siendo para muchos regímenes actuales que utilizan la censura. En la Edad Media un libro costaba el equivalente a tres vacas preñadas, y estaba penalizado para el pueblo llano (o más bien para aquel que no fuera clero o noble), ya que le volvía “arrogante” frente a Dios. A través de la ignorancia se manipula a las personas -y se sigue haciendo-. En su día ocurrió con los eclipses, y en la actualidad, la falta de conocimientos nos crea un sinfín de prejuicios en la política, en la economía o en las empresas. Y todo ello, desgraciadamente, nos llena de miedo.
Estar abierto a aprender es una actitud (y un flotador de salvación para nuestros problemas). Y no sólo ha de provenir de la escritura, sino de todo cuanto hacemos en nuestra vida. El otro día conocí a un directivo que me dijo que lo que más le sorprendía de sus colegas estadounidenses era que cuando salían de una conferencia, una reunión o un pequeño encuentro le preguntaban: “¿Qué has aprendido?”… Qué bueno si pudiéramos hacerlo como un hábito en nuestras reuniones o en nuestras conversaciones privadas.
Cualquier contacto con la realidad es un aprendizaje y es nuestra actitud la que permite tomarlo como tal o no. Y dicha actitud, además, es la que diferencia a muchas personas, más allá de la lectura de libros. Quien se atreve a cuestionarse a sí mismo, quien se pregunta el por qué de las cosas y escucha a los otros está desarrollando la actitud del aprendizaje.
En definitiva, la apertura mental nos hace libres, nos lleva al respeto hacia los demás, y nos aleja de los estereotipos, de los nacionalismos de mil colores políticos o de las creencias preestablecidas… Y no hay que culpar al sistema, a Internet o a buscar excusas. Aprender es una pasión intelectual, como diría el filósofo Polanyi, que depende exclusivamente de cada uno de nosotros.
“Cada ganador lleva sus cicatrices.”
Herbert N. Casson
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