¿Qué es un consultor? Conozco las definiciones que los chistes proveen, pero me voy a limitar a decir que un consultor es como un cristal, con todas sus propiedades. Puede ser transparente, translúcido o reflejante, puede inclusive funcionar como prisma y descomponer los colores del arco iris. Porque recuerde que con un trozo de cristal usted puede ampliar su conocimiento, desde construir una lupa, para ampliar el tamaño de los objetos, o armar un telescopio, para observar los astros.
A través de un cristal podemos modificar la forma de ver nuestro entorno, y la de nosotros mismos. ¿Y no es esta la labor de un consultor? Un buen consultor es la persona que, a través de su punto de vista, nos enriquece la manera en que percibimos nuestro entorno, y nos permite visualizar las soluciones a situaciones en apariencia complicadas o confusas. Porque así como un simple pedazo de cristal puede llegar a corregir severos problemas de la visión ocular, un buen consultor puede cambiar la visión que una organización o un individuo tienen de sí mismo y del entorno.
Un consultor tiene que ser una persona clara, trasparente en cuanto a sus propias capacidades, tendencias y valores. La claridad, entendida como capacidad para observar a través de un material, es el elemento que permite a un consultor ganarse la confianza de los demás, porque permite que la gente le vea y conozca como ser humano. Sin la confianza, resulta imposible que un consultor acceda a la información que poseen la personas, y que si no confían en él no le compartirán.
Cada consultor tiene su área de experiencia, y a través de ella matiza la realidad observable. ¿Ha escuchado la frase: "El que sólo saber utilizar un martillo ve todos los problemas como clavos?". Esto es lo mismo que sucede cuando resuelvo todo con la mismas formulas de siempre. Por ejemplo, si mi experiencia me ha llevado por el ámbito de la mercadotecnia, voy a tender a resolver los problemas con soluciones propias de esta disciplina; aunque quizá la raíz del problema sea cuestión de otra materia.
Respecto a la experiencia, el afamado escritor norteamericano Mark Twain decía: "Debemos ser cuidadosos de obtener sólo la sabiduría que está en las experiencias que vivimos, y no pasar de ahí, porque nos puede suceder lo que al gato que un día se quemó al acercarse a una estufa, y aprendió a no volverse acercarse a ella. Pero nunca aprendió a diferenciar una estufa ardiendo de una que está fría".
Un consultor debe ser también como un buen espejo, perfectamente plano, sin deformaciones, porque los espejos deformes alteran lo que reflejan. En ocasiones un buen consejo se reduce a reflejar la propia realidad del individuo, ayudándole a verse a sí mismo tal como es, sin deformaciones. Porque a partir de una visión correcta de nosotros mismos, podemos iniciar una serie de acciones. Así como un buen diagnóstico organizacional consiste precisamente en una oportunidad para que la empresa se vea a sí misma de una forma clara y nítida, sin deformaciones.
A veces los directivos analizan un reporte y dicen: "Esta es una buena fotografía de la realidad", y a partir de ahí diseñan planes y orquestan acciones. Nada más que, para obtener una buena fotografía se requiere de un lente apropiado, hay telefotos -para los objetos lejanos-, y macros -para muy de cerca-. Una buena fotografía se logra si se sabe trabajar con la luz (a través del obturador y la apertura), pero es la imagen la que finalmente pasa a través de un conjunto de cristales que conforman el lente. Digamos que un buen consultor debe ser como un "lente zoom", con capacidad para observar y documentar de manera adecuada lo que está a la distancia y en cercanía.
Los problemas de visión son inevitables en el ser humano, con el paso de los años tendemos a perder la capacidad para observar con la misma claridad que cuando éramos jóvenes. Si usted conduce de noche y en carretera, seguramente sabe de la importancia de la visión, si usted conduce una empresa a gran velocidad en un ámbito sinuoso, también es consciente de la importancia de contar con una visión apropiada del entorno. Principalmente cuando la velocidad del cambio es vertiginosa, cobra importancia la capacidad de visión de las empresas y sus directivos.
A veces los consultores actúan como espejos retrovisores en los autos, que nos permiten observar los "puntos ciegos", donde no podemos llegar a ver desde nuestra posición de conductores, así que necesitamos que alguien nos "eche aguas" o de plano nos diga cuándo detenernos. A veces la visión se nubla, se cansa o se pierde la perspectiva, entonces un consultor le puede ayudar a ver las cosas más claramente.
Porque cuántas veces es la propia visión de los problemas la que nos limita o posibilita nuestra capacidad para encontrar la solución. Cuántas veces la visión de un externo nos permite ver lo obvio, lo que está justo debajo de nuestra nariz. Cuántas veces basta con sentarse al otro lado del escritorio, o en la silla de los empleados para entender que distintas se ven las cosas desde ahí. Cuando requiera ampliar o profundizar la visión de una situación, acérquese a alguien que tenga las propiedades de un cristal. Si necesita algo muy especial puede que requiera un diamante, o quizá todo lo que necesita es un buen espejo. Usted decida.
“No encuentres la falta, encuentra el remedio.”
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