sábado, 20 de junio de 2009

MOMENTOS DE DECISION




















"El mundo vive y pervive a través de sus tradiciones, que dan a la gente una pausa y una distracción dentro de la rutina", leía en la revista del avión (mientras la hojeaba para distraerme de la turbulencia), y no pude dejar de pensar en la tradicional revisión de resultados semestrales en la mayoría de las empresas.

Imagine a miles de ejecutivos revisando sobre su escritorio, o directamente en la pantalla de su computadora, hojas de cálculo y reportes, sacando porcentajes sobre las metas logradas en este primer semestre, intentando aplicar la medida y escala apropiada para establecer cuáles resultados se considerarán éxitos y cuáles fracasos (y cómo justificarlos).

Pero creo que pocos de nosotros iremos a fondo y evaluaremos, además de los resultados, la forma en que tomamos decisiones en este primer semestre del año que casi finaliza, Ya se, ya se, los resultados son los que cuentan, pero estos siempre son consecuencias de los procesos de toma de decisión, además de la ejecución y el seguimiento. Y en donde todo se origina es precisamente en la toma de decisiones, por esta razón este es el punto para iniciar la evaluación de este primer semestre. Porque los resultados son importantes y dependen en gran medida de las decisiones, vale la pena revisar su proceso.

RESORTITOS Y PLOMITOS

Francisco Gil Karl, en su texto "Si las Empresas Hablaran...", explica dos conceptos muy sencillos: "resortitos" y "plomitos", estos nos son otra cosa que los impulsos que a fin de cuentas nos dominan provocando que actuemos o nos inmovilicemos. En términos sencillos, Gil Karl explica: "estos impulsos no son filtrados (a través) del sentido común... son lo que llamamos la fuerza de la costumbre".

Los plomitos son frenos a la acción y la actividad, ayudan cuando nos hacen reflexionar y nos perjudican si llegan a paralizarnos. Por otra parte, los resortitos son respuestas espontáneas, acciones o emociones que se expresan "en automático", de forma impulsiva.

Resortitos y Plomitos per se (por sí mismos) no son buenos ni malos, pero tienen una marcada influencia en nuestras decisiones. Por ejemplo, los resortitos nos hacen actuar a la defensiva, como cuando alguien crítica nuestro trabajo, otras veces los plomitos paralizan la actividad mental, cuando no podemos tomar decisiones. Particularmente en situaciones de estrés, en decisiones importantes, los resortitos y los plomitos tienden a ampliar su capacidad de influencia. Resortitos y plomitos nos afectan a todos por igual, desde la alta dirección hasta el encargado de limpieza.

Cuando los impulsos ganan, la razón termina perdiendo. Y en los momentos de decisión, acompañados de estrés, es cuando las emociones (plomitos y resortitos) tienden a gobernar nuestras acciones. Una toma de decisión basada (principalmente) en la emoción, difícilmente considera a la razón, y ahí es donde se empiezan a cometer los mayores y más graves errores en las organizaciones. Aunque existe un antídoto contra la toma de decisiones viscerales, algo que funciona como mecanismo regulador para evitar que las emociones se apoderen de una empresa: la capacidad de crítica. Esto no es otra cosa que la posibilidad de que los subalternos cuestionen las tomas de decisiones. Claro, siempre y cuando posean la suficiente información y cuenten con la sensibilidad y el criterio para hacerlo. Porque el gran enemigo de la crítica interna es el poder absoluto, la autoridad arbitraria, y la jerarquía asfixiante (¿le suena conocido?).


"ORGANIGRAMA MATA INICIATIVA"


Charles Handy, quien fuera profesor en MIT y de la Escuela de Administración en Londres, escribió que "muchos de los gerentes actuales se alimentan con base en una dieta de poder, divisiones y políticas internas. En donde se preocupan más por la autoridad que por hacer que sucedan las cosas". En una organización donde "el organigrama manda" difícilmente se permitirá que las personas cuestionen, critiquen y aporten libremente sus ideas, especialmente cuando éstas son contrariaras al nivel superior. Y tenemos que aceptar que en nuestra cultura cuesta trabajo formar organizaciones en donde, como decía Dale Carnegie, "se deben respetar las jerarquías, pero que nunca se considere a nadie superior a los demás".

El problema es que en un mundo cambiante (como ahora) se requieren nuevas ideas que fluyan bajo un ambiente de libre participación, donde las personas participen en las tomas de decisiones, no en búsqueda del consenso, sino para enriquecer la resolución y evitar que la emoción (de los altos directivos) domine sobre la razón. Aceptémoslo, todos contamos con plomitos y resortitos, ignorar su influencia no reduce su impacto.

Por esta razón evaluar cómo se lleva a cabo el proceso de toma de decisiones y hacerlo más transparente y participativo, puede ayudarnos a entender mejor los resultados y hacer que esta tradición de revisión semestral y anual cobre un nuevo -y más útil- significado.


"No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo".

Seneca




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