viernes, 5 de junio de 2009

PASION PERSONAL




















Hay empresas y empresarios vigorosos, energéticos y apasionados con lo que hacen; también los hay cansados, débiles y desinteresados. En estos tiempos de hiper-competencia y de cambio acelerado, gozar de altos niveles de energía es todo un privilegio.

Para los antiguos tener entusiasmo era estar lleno de Dios (del griego theos: Dios) o, para ser más preciso, estar lleno de alguno de los dioses. En aquellos tiempos eran politeístas y creían que los humanos éramos vehículos al servicio de una gran diversidad de presencias o energías que buscaban manifestarse a través de nosotros.

También pensaban que durante toda la vida éramos acompañados por alguna entidad divina que nos ayudaba y nos servía de guía; en cada cultura le pusieron nombres diferentes: los griegos, daimon; los romanos, ingenium/genium; los egipcios, ka; los cristianos, ángeles guardianes; los neo-platonistas, ochema, por mencionar algunos. Y esto persiste hasta nuestros días, aunque de una manera más inconsciente, y decimos que alguien tiene un buen espíritu, o, si acierta sistemáticamente en lo que hace, decimos que está inspirado (tiene espíritu).

Actualmente, poco creemos en estas energías, o las tomamos demasiado literales, porque fueron asesinadas por la Ilustración, enterradas en los tiempos de la Revolución Industrial y suplantadas por el método científico; en tan sólo 200 años arrasamos con miles de años de tradición.

Pero en todo caso, se crea o no se crea en esto, o se llame como se llame, la inspiración, el entusiasmo y el talento natural se aprecian a simple vista, incluso se sienten.

Una persona centrada en su vocación emana energía y vitalidad. Desde la forma en que camina, habla o piensa queda evidenciada; y hasta los inversionistas profesionales -venture capitalists- suelen darle más peso en sus decisiones al entusiasmo de un joven empresario que a la corrida financiera que presenta.

Viene al caso recordar el concepto de flow propuesto por Mihaly Csikszentmihalyi que se da cuando existe un "match", o un balance, entre la capacidad de un individuo y el tipo de reto que tiene frente a sí.

Lo que energiza y estimula a una persona, a otra la puede matar; cada quien tenemos nuestra dosis adecuada de estimulación.

Si una persona está sub-estimulada porque no tiene retos, metas, problemas o simplemente ya dominó con creces su actividad actual, estará desnutrida emocionalmente y a toda costa, y en formas frecuentemente inconscientes, buscará ocupar ese superávit de energía. En el mejor de los casos emprenderá iniciativas constructivas y en el peor de los casos buscará formas artificiales "de llenado", tales como problemas estériles, pleitos, drogas, alcohol.

Si la persona está sobre-estimulada con demasiados problemas, trabajo, tensiones o simplemente no puede con su trabajo actual, estará saturada emocionalmente y buscará a toda costa, y en formas frecuentemente inconscientes, evitar su responsabilidad actual. En el mejor de los casos pondrá un alto a su trayectoria y establecerá límites razonables y en el peor de los casos buscará formas artificiales para descargar esa energía densa y caerá en problemas muy parecidos a los mencionados en el párrafo anterior.

La energía es un proceso que tiene que manejarse y no sólo impacta a la dimensión física, sino a la psíquica; por algo la mayoría de las enfermedades tienen un componente psicosomático.

A este respecto, la tesis de C. G. Jung afirma que la carga psíquica se comporta de manera muy similar a la física: "el principio de equivalencia significa que por cada unidad de energía que se expende o se consume en traer determinada condición, una cantidad igual de la misma o diferente tipo de energía aparecerá en otro lado; mientras que el principio de constancia significa que la suma total de energía permanece constante, y no es susceptible de incrementarse o decrementarse".

Esto se ilustra con lo que Jung llamó la sombra: aquella parte del psique que guarda todo lo que al ego no le gusta o le genera ansiedad -como envidia, sentimientos de inferioridad, impulsos violentos, sexuales, etcétera-, al igual que las partes que no se desarrollan y se reprimen. Como la energía no puede estancarse, se hace presente en diferentes situaciones, por ejemplo, la proyección (atribuir a objetos o personas externas características propias), o en los complejos (reflejos automáticos: el complejo va por delante).

¿Existen casos de flow? ¿Es factible descubrir y desarrollar un camino que nos cargue de energía y nos entusiasme virtualmente cada día? ¿Podemos conciliar la perspectiva antigua de entusiasmo, vocación y creatividad con la moderna?

Steven Jobs, uno de los empresarios más venerados de nuestra era, parece haber conquistado flow y al respecto de entusiasmo y vocación comenta: Sobre la búsqueda: "Si aún no encuentras tu camino, sigue buscando. Como en las cosas del corazón, lo vas a reconocer cuando lo encuentres. Ten el valor de seguir a tu corazón y a tu intuición; ellos tienen su propia sabiduría. Todo lo demás es secundario".

Sobre las señales o energías que proveen de pistas dice: "Tienes que confiar en algo -intuición, destino, vida, karma- o como le quieras llamar".

Sobre el trabajo: "La única forma de hacer un gran trabajo es que lo ames".

En síntesis, la condición humana es de vacíos, de ansiedad existencial y ambigüedad, pero también de retos, descubrimientos y significado.

Que viva el proceso.

“Todo lo que necesitas es pasión. Si tienes pasión por algo, tu mismo crearás el talento. La pasión es el combustible”

 Yanni

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