lunes, 25 de abril de 2011

ORGANIZACIONES 1.0


Hace un par de meses quedé con un buen amigo al que no veía hace tiempo. Mientras conversabamos entre otras cosas me habló de los problemas laborales de su novia de 23 o 24 años (año arriba, año abajo), que hoy me gustaría comentar y debatir con su permiso. Por cierto, él tiene treinta y bastantes… ¡Viva el amor entre nativos e inmigrantes digitales! Pero eso es otro tema…


A lo que vamos. Me contaba este amigo que su novia, una brillante nativa digital recién graduada, se había auto-despedido a los cuatro meses de haber empezado a trabajar en una de las grandes firmas de consultoría del planeta. La razón: no podía soportarlo más. Se sentía ahogada por la organización, sus viejas estructuras, sus procedimientos hiper-burocratizados, sus metodologías caducas, sus jefes estirados, sus viejas tecnologías (no podía utilizar su ordenador de última generación, ni su messenger, ni su twitter, ni su facebook, ni su correo, ni nada…), sus valores trasnochados y su terrible y pasmosa falta de creatividad.


Lo más sorprendente es que un buen día se plantó en la oficina de su jefe y lo mandó educada pero literalmente a la “mierda” después de cantarle la razón por la cual tomaba esa abrupta pero firme decisión, mediante un perfecto y detallado informe en el que especificaba todo aquello que desde su punto de vista no funcionaba y que la organización debería cambiar. Y se fue, así sin más, sin miedo, sin tonterías, sin hipocresía y en plena crisis. Completamente segura de que encontraría algo mejor.


Días antes de que se produjeran los hechos, mi amigo intentó tranquilizarla, con el consabido discurso: piénsalo, es una gran empresa, te pagan bien, es una gran oportunidad… No consiguió nada. A los nativos todo eso les importa un pimiento.


Es posible que esta chica sea un caso extremo, pero me hace pensar seriamente sobre el futuro de las organizaciones y su capacidad de adaptación a las nuevas generaciones de nativos digitales. Estos chicos no quieren trabajar en empresas 1.0.


Creo que los nativos inconformistas, como la novia de mi amigo, sólo tienen dos opciones: buscar organizaciones 2.0 capaces de ofrecerles el entorno que necesitan, o mejor aún, animarse a emprender.



“Felices son aquellos que sueñan y están dispuestos a pagar el precio de hacerlos realidad.”


Leon Suenes

ESTRUCTURA ORGANIZACIONAL


En toda organización existe una estructura primaria, y una operativa. 


Las estructuras primarias básicas son de sobra conocidas, entre otras: simple, funcional, divisional, matricial… y cualquier tipo de combinación posible entre ellas.


Las estructuras operativas se encuadran dentro de las estructuras primarias, es decir, definen su funcionamiento interno. Mintzberg diferencia dos grandes tipos de estructuras operativas: burocráticas y adhocráticas, a mí me gusta llamarlas 1.0 y 2.0, idioteces que tiene uno…


Las estructuras burocráticas, o 1.0, se caracterizan por la jerarquía y la definición de puestos de forma precisa y formalizada (el que hace X, hace X y sólo X, y por supuesto le importa un pimiento Y). Este tipo de estructuras tienden a la centralización en la toma de decisiones y al control sistemático del comportamiento por parte de los superiores. En ellas se valora enormemente la lealtad y la obediencia, y rara vez se valora la creatividad o la innovación. Teóricamente son estructuras que buscan la eficiencia absoluta en las que todo es previsible y controlable (pero que ni siquiera suelen llegar a ser eficaces…). Evidentemente este tipo de estructura puede ser interesante para organizaciones que compiten en entornos muy estables, maduros, poco competitivos, con baja incertidumbre y con una demanda más o menos estable, en los que el trabajo es siempre repetitivo y el cambio una excepción.


Se pueden diferenciar dos grandes tipos de estructuras 1.0: burocracias maquinales y burocracias profesionales. En las primeras se considera que el comportamiento humano tiene que ser previsible y estandarizado. Un claro ejemplo de burocracia maquinal lo tenemos en la administración pública. En las burocracias profesionales el trabajo es estable y normalizado, pero tiene un cierto nivel de complejidad, por lo que se necesitan expertos con altos grados de preparación. Esto implica que necesitan ofrecer entornos medianamente democráticos y cierta autonomía. A pesar de todo, no es muy adecuada para entornos dinámicos en los que es importante la innovación. Buenos ejemplos de burocracias profesionales pueden ser las universidades (públicas, y en algunos caso, privadas), los colegios o los hospitales.


Por su parte, las estructuras adhocráticas, o 2.0, son flexibles, muestran una baja complejidad interna, y tienen bajos niveles de formalización, normalización, estandarización y centralización en la toma de decisiones; sin olvidar que suelen ser bastante planas, con poca o nula jerarquía, con fronteras líquidas (entre áreas y departamentos) y capaces de desarrollar mecanismos eficientes de coordinación informal. En ellas se valora el conocimiento, el talento, la inteligencia, la creatividad… (capacidades que no se consideran exclusivas de la alta dirección). En las estructuras 2.0 los equipos de trabajo se auto-organizan formando una “comunidad de comunidades” colaborativas, en las que las tareas y responsabilidades suelen ser cambiantes y en constante redefinición. 


El contexto ideal para el aprendizaje y la innovación.


Me parece una curiosa “esquizofrenia” intentar generar empresas innovadoras manteniendo estructuras operativas 1.0, con infinitos niveles jerárquicos, con procedimientos hasta para ir al baño, con anti-líderes controladores, con absoluta falta de libertad… De momento la cuadratura del círculo no se ha logrado: empresas innovadoras con estructuras operativas 1.0. Habrá que seguir intentándolo.




“Lo que es peligroso es no evolucionar.”


Jeff Bezos

PROHIBIDO HABLAR


En un gran número de organizaciones la mayoría de las personas no pueden dirigirle la palabra al jefe de su jefe. Normalmente este problema se produce en estructuras absolutamente burocratizadas, en las que la jerarquía se ha convertido en un modo de vida.


El hecho de no poder dirigirle la palabra al jefe de tu jefe me parece una idiotez de máximo nivel. El problema se produce cuando el jefe inmediato tiene un perfil controlador, en el que abundan las inseguridades y los miedos… y claro, puede considerar el hecho de que hables con su superior directo como un acto de “sabotaje”, aunque no tenga ninguna maldad ni trascendencia.


Evidentemente, si tu jefe tiene este perfil y alguna vez se te ocurre hablar con el jefe de tu jefe para agilizar algún tema relacionado con el trabajo te expones a un despido fulminante…


Y después decimos que somos lentos, que nos cuesta tomar decisiones… ¿Cuándo estaremos preparados para trascender tanta burocracia y tanta idiotez?






"Respetuoso si....agachon y debilucho....Jamas. Si no estas de acuerdo DILO."


Raul Reyes

LOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL LIDERAZGO


Hoy le he echado un vistazo a un libro que ya tiene unos años, pero que me sigue pareciendo curioso, Karaoke Capitalism (de Ridderstrale y Nordström). Seguro que la mayoría lo leyó  y sino lo han leído, léanlo, se los recomiendo ampliamente, me apetece debatir sobre sus curiosos diez mandamientos del liderazgo:

1.   No deberás desplegar tus plumas para poner de manifiesto todo tu brillo y belleza (minimiza el ego).

2.   No deberás internarte en la selva a ciegas, abre tus ojos y los de los demás (los líderes inspirar a los seguidores, atraen y son atractivos).

3.   No contarás las “pelas” a cada momento (el líder centrado en el dinero tiende a no tener éxito a largo plazo; por eso es fundamenta tener una visión más amplia y unos valores que simbolicen lo que es realmente importante).

4.   Valorarás los valores y los vivirás cada día de forma pura e inequívoca (crear culturas distintas y robustas).

5.   Amarás a todos y todos te corresponderán (los líderes se preocupan por las personas de su equipo).

6.   Conocerás los deseos y necesidades más recónditos de tus clientes tan bien como el patio de tu casa (los mejores líderes entienden las necesidades, aspiraciones y comportamientos de sus clientes).

7.   Eliminarás el libro de reglas de la burocracia (los líderes reducen las reglas al mínimo y animan a la gente a compartir información e ideas de forma natural).

8.   Repartirás zanahorias y conseguirás que te den zanahorias (los líderes recompensan y reconocen los comportamientos que quieren incentivar).

9.   No te implicarás en actividades de auto complacencia (los líderes jamás se duermen en los laureles, cambian, aprenden y continúan).

10.               Saldrás por la puerta antes de que te lo pidan o de que te obliguen a ello (los líderes de éxito abandonan cuando están arriba).



“Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada.”

Edmund Burke

LA BUROCRACIA


Max Weber, uno de los fundadores de la sociología moderna y destacado economista, pensaba que todas las organizaciones de gran tamaño tienden a ser burocracias porque, según él, la burocracia es la forma organizativa más eficiente que ha concebido el ser humano (quizás hace un siglo fuera así…).


Weber entendía que en las burocracias es importante el control de la información, la presencia de reglas y procedimientos escritos (lo que hubiera disfrutado este hombre haciendo un ISO-9000), el archivo corporativo (la memoria organizativa) y, por supuesto, la jerarquía. 


Además afirmaba que las organizaciones conseguirían sus objetivos fácilmente si se aproximaban a su ideal de burocracia. De hecho, como buen racionalista radical, concebía las organizaciones como si fueran máquinas; pero a pesar de todo reconocía abiertamente que las burocracias podían ser ineficaces y que muchos trabajos eran aburridos y ofrecían pocas oportunidades para ejercitar la creatividad. Ese era el precio a pagar por la eficiencia.


Pero ya a mediados del siglo pasado, Robert K. Merton (sociólogo estadounidense y padre del Premio Nobel de Economía de 1997, Robert C. Merton) estudió en profundidad el tipo ideal de burocracia propuesto por Weber, identificando sus principales conflictos internos, a los que denominó: disfunciones de la burocracia. Merton criticó abiertamente los planteamientos de Weber (y de otros teóricos de la organización), señalando que a los burócratas se les obliga a ejecutar de forma estricta reglas y procedimientos (a poder ser escritos), no se les anima a ser flexibles, a usar su propio juicio a la hora de tomar decisiones, o a buscar soluciones creativas en su trabajo. Esa rigidez puede producir lo que Merton denominaba “ritualismo burocrático”, una situación en la que se respetan las normas a toda costa, incluso cuando pudiera ser mejor para el conjunto de la organización optar por otra vía.


Seguir las reglas burocráticas puede llegar a ser, para muchos, más importante que los propios objetivos de la organización. Al hacer tanto hincapié en el procedimiento correcto se suele perder la visión de conjunto. Dramático.


En definitiva las organizaciones necesitan Más Merton y menos Weber….



“El encanto de un camino depende mas de la disposición del viajero que del paisaje.”

Paulo Cohelo

domingo, 24 de abril de 2011

SUMISION


Para jugar a la sumisión hacen falta dos partes, la que la exige y la que la concede. Exigir sumisión total implica hacer evidente una posición de poder formal de forma insana. Y es que hay personas que no pueden vivir sin percibir la veneración y el sometimiento de los demás, que no pueden vivir sin percibir el absoluto poder que ejercen sobre la vida de otros; en definitiva, hay personas cuya existencia se centra en someter. Es el triste reflejo de una baja autoestima, que en el extremo confunde valor personal con cargo. Una persona que necesita que los demás se arrastre a sus pies, y que es capaz de jugar con sus miedos, es simplemente malvada.


Pero como decíamos al principio, para que la sumisión se produzca tienen que existir personas que acepten ser dominadas. Y lo cierto es que hay muchos individuos predispuestos al sometimiento, personas que necesitan que otros les digan constantemente lo que tienen que hacer. Lo que para muchos no es plato de buen gusto, para otros es una forma de vida que se puede resumir en una simple frase: “Como usted diga Don Pedro”. (Yes Man) Como me recuerda una organizacion que conoci que el "director de finanzas" era amigo del dueño y era todo un personaje, ademas de inepto, le gustaba tener solo gente que se someteria a sus caprichos" Lo curioso es que al igual que el dominador, el dominado suele tener serios problemas de autoestima.


¿Qué consecuencias tiene la sumisión total en el mundo de la empresa? La nula proactividad de la persona sometida, que normalmente se vuelve reactiva (al estar siempre esperando órdenes) y, sin duda, la muerte del talento: ¿Es posible que la persona sometida sea capaz de desarrollar el más mínimo talento? Va a ser que no…


La sumisión total es, en definitiva, uno de los grandes fracasos de la inteligencia en la empresa y en la vida…


Tú eliges entrar o no en el juego…




“Respetuoso si…agachon y debilucho……Jamas. Si no estas de acuerdo DILO.”

Raul Reyes

EL CEREBRO Y EL PODER


Históricamente hemos asociado el poder a la fuerza bruta: potencia, energía, resistencia, armamento… Pero también tiene algo, por no decir mucho, de biología. Según afirma Tobeña en su libro “Cerebro y Poder”, a más testosterona más tendencia a la búsqueda de poder.


Según parece la orientación al poder de cada individuo se encuentra muy relacionada con su carácter, que a su vez se relaciona con ciertos componentes genéticos. Lo cierto es que la relación entre genética y poder ha sido un tema olvidado durante décadas, pero un estudio realizado en 2006, por un equipo de investigación de la universidad de Minnesota, concluye que la relación no es trivial. 


Dicho estudio muestra la existencia de una tendencia heredada hacia la búsqueda de poder; es decir, el ansia de poder es una propensión natural de determinados individuos, que evidentemente puede ser modelada por las experiencias vitales y el proceso de socialización.


Seamos sinceros, muchas personas muestran una sorprendente tendencia a dominar, a someter, a imponerse a otros; a conseguir que los demás acepten sus objetivos, deseos e intereses. De hecho, las luchas de poder están detrás de la mayoría de las interacciones sociales, sean éstas del tipo que sean: políticas, empresariales, deportivas, religiosas… El ansia de poder es una de las grandes motivaciones humanas. Una motivación que muestra distintos niveles de intensidad, y que, por supuesto, muchos nunca reconocerán.


Pero no todo el mundo está preparado para tener poder: no todo el que lo desea lo merece. Como dice Fredy Kofman: “En las manos de un ser humano sano y maduro, el poder, como el dinero o cualquier otro instrumento, es una gran bendición. Pero en las manos del inmaduro, vicioso o enfermo emocional, el poder es un peligro horrible”.

Creo que es el momento de recordar el famoso principio de Dilbert:



“Los trabajadores más ineptos pasan sistemáticamente a ocupar cargos donde pueden causar el menor daño: la dirección de la empresa”


Scott Adams
(creador de Dilbert)

IRIDIUM


Bary Bertiger, ingeniero de Motorola, estaba de vacaciones en el Caribe tumbado tranquilamente en la playa, cuando de repente su mujer le dice: “Bary cómo es posible que no pueda ponerme en contacto con mis clientes a través del teléfono móvil desde aquí” (eran finales de los 80). A la vuelta de vacaciones Bary, ni corto ni perezoso, se puso a trabajar con un par de compañeros en un nuevo proyecto: Iridium. Su idea era utilizar 66 satélites LEO (Low Earth Orbi) que, mediante teléfonos móviles relativamente pequeños (en esa época se hablaba de kilos…) y un mínimo retraso en la llegada de la voz, permitieran desarrollar servicios de Telefonía Satélite Móvil (TSM).


Bary presentó el proyecto a sus superiores pero lo rechazaron. Poco importó, ya que Robert Galván (el presidente de Motorola) escuchó hablar de él y se encaprichó con la idea. En 1991 Motorola creó Iridium LLC como empresa independiente, en la que invirtió 400 millones de dólares, a cambio de un 25% de la compañía y seis puestos en su junta directiva. Además Motorola otorgó garantías de crédito a Iridium por 750 millones de dólares (con opción de 350 más).


Hasta aquí la cosa pintaba bien… ¿verdad? ¿Cuál fue el problema? Pues que el servicio no salió hasta el 1 de noviembre de 1998, eso sí, con un despliegue publicitario espectacular (180 millones de dólares). 


Además la primera llamada la realizó Al Gore. Para poner las cosas claras: Iridium lanza en 1998 un servicio telefónico vía satélite a 3.500 dólares el terminal, con un precio por minuto que rondaba los 7 dólares (una cosa asequible) cuando la telefonía móvil ya ofrecía “casi” el mismo servicio a un precio infinitamente inferior (mediante acuerdos de roaming para el sistema GSM).  Lo único que ofrecía Iridium era cobertura “casi” total en cualquier punto del planeta; bueno realmente sólo había que subirse a las azoteas o salir a la calle para conseguirla, pues la señal no atravesaba las paredes (imaginemos a un directivo de viaje en el Congo diciendo, “perdonen me subo a la azotea a realizar una llamadita…”). Sin palabras… Los resultados fueron, como no podía ser de otra forma, nefastos (sólo consiguieron 20.000 abonados). El 13 de agosto de 1999 Iridium quebró.


¿Por qué quebró? El principal problema fue la difusión del teléfono móvil a lo largo de la década que se tomaron para ejecutar la idea inicial. Cuando Iridium sale al mercado ya se podía hablar por teléfono móvil entre diferentes países (gracias a los acuerdos de roaming). Lo curioso del caso es que a pesar de ver cómo se iba desarrollando la telefonía móvil a lo largo del tiempo, no se dieran cuenta de que su propuesta de valor no tenía ningún atractivo (ni siquiera para los ejecutivos de empresas internacionales que viajan constantemente a países un tanto “perdidos”).


Actualmente Iridium ha vuelto a la vida (es una empresa “zombi”). Fue comprada y relanzada por nuevos socios, y sus servicios se utilizan en varios sectores: petrolero, minería, seguridad… Después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001 los organismos de seguridad estadounidenses empezaron a utilizar soluciones Iridium (ahora es su sistema preferido de telecomunicaciones satelitales móviles de voz). 


Solamente la fuerza aérea de los Estados Unidos cuenta actualmente con 25.000 unidades activas.


P.D.: el nombre de Iridium proviene de que en un principio el sistema iba a constar de 77 satélites, cifra que coincide con el número atómico del Iridio (Iridium).



 “La mesura no produce nada. El caos y el conflicto son la condición para lo nuevo.”

Horacio Marchand

TIPOS DE CLASES


Hace unos años Richard Florida creo el concepto de clase creativa. La verdad es que es un concepto que me gusta. Richard afirma que las personas que pertenecen a la clase creativa son aquellos que: “han de pensar por sí mismos para ganarse la vida”.

Para Richard Florida, los valores de la clase creativa son una identidad propia (cierto nivel de individualismo), la meritocracia (conquista de posiciones basada en el mérito), la diversidad y la apertura.


Evidentemente, si aceptamos la existencia de una clase creativa, de forma tácita asumimos que existe una clase burocrática, que podríamos definir como aquellos que no han de pensar por sí mismos para ganarse la vida. La clase burocrática esta compuesta por todos aquellos que esperan que otros les digan lo que tienen que hacer y por los que creen que su trabajo consiste en decirle (ordenarle) a otros lo que tienen que hacer. Hay gente que lleva tanto tiempo perteneciendo a la clase burocrática que ni siquiera atisba la posibilidad de que exista una clase creativa…


Por lo tanto, no todo el mundo es clase creativa, no todo el mundo es capaz de cuestionarse cosas, pensar, romper con el status quo y ser mínimamente creativo.


La pregunta es: ¿a qué clase quieres pertenecer a la creativa o la burocrática?



“Los espiritus mediocres suelen condenar todo aquello que esta fuera de su alcance.”

Francois De La Rochefoucauld

EQUIPOS CREATIVOS


Los equipos creativos de éxito presentan características un tanto paradójicas. Conjugan la experiencia con las perspectivas “frescas”, la libertad con una cierta disciplina, la profesionalidad con “el buen rollo”, la planificación con la improvisación… pero sobre todo tienen una cosa: diversidad. Pero no sólo diversidad visible (género, etnia…) o tangible (edad, estudios, experiencia…), sino fundamentalmente intangible (formas de pensar, de actuar, de aprender…)


La pregunta es: ¿Y cómo podemos conocer la diversidad intangible? Existen múltiples herramientas, pero las que más me gustan son el EDA, El DISC, la teoría de roles de Belbin y el eneagrama.


El EDA, es una herramienta desarrollada por David Kolb, que nos permite descubrir nuestro estilo de aprendizaje. Kolb diferencia (a partir de dos dimensiones: multiciplicidad vs. unicidad y pensamiento vs. acción) cuatro estilos básicos: asimiladores (pensamiento y unicidad), divergentes (pensamiento y multiplicidad), convergentes (acción y unicidad) y adaptadores (acción y multiplicidad). Pero a pesar de los posibles conflictos, crear un equipo creativo pasa por mezclar. Por ejemplo, el pensamiento divergente permite ver las cosas desde nuevas perspectivas, es intuitivo y permite desarrollar conceptos novedosos. El convergente por el contrario, es más cuadriculado, más ordenado, menos brillante (si se quiere ver así), pero es el que hace que el divergente sea útil. 


Sin el pensamiento convergente el divergente se perdería en el limbo de la nada. Las personas de pensamiento divergente crean lo novedoso, tienen las ideas; pero las de pensamiento convergente hacen que sus ideas se conviertan en realidad y sean útiles. Lo cierto es que a los divergentes y convergentes les suele costar mucho trabajar juntos, ya que a los primeros les gusta hacer muchas cosas a la vez, y aprecian enormemente la variedad y el cambio; mientras que a los segundos les gusta desmenuzar las cosas hasta el final, analizando hasta los detalles más ínfimos (personas de tercer decimal). Por su parte, a los adaptadores y asimiladores también les cuesta trabajar juntos. Los adaptadores necesitan velocidad, acción y ejecución, mientras que los asimiladores buscan reflexión previa a la acción.


Pero los equipos creativos, no sólo mezclan personas con diferentes estilos de aprendizaje,  también necesitan diferentes estilos de pensamiento. El estilo de pensamiento es la forma inconsciente con la que una persona observa y se relaciona con el mundo. 


Evidentemente, no hay un estilo mejor que otro. El psicólogo Suizo, Carl Gustav Jung, formuló en 1921 un modelo de cuatro tipos psicológicos básicos: extrovertido / introvertido, sensitivo / intuitivo, reflexivo / emocional y críticos / perspectivos. Posteriormente aparecieron modelos, como el DISC, que clasifican los estilos de pensamiento a partir de dos dimensiones: el grado de introversión o extroversión de las personas y el peso relativo que tiene en la toma de decisiones los factores racionales y emocionales. 


Al combinar éstas dos dimensiones nos encontramos ante cuatro estilos de pensamiento puros: D (racionales extrovertidos), I (emocionales extrovertidos), S (emocionales introvertidos) y C (racionales introvertidos).


D (dominio y firmeza). Los D son decididos, firmes, competitivos, exigentes, movilizadores, orientados a resultados, independientes, seguros de sí mismos, de voluntad recia; muestran una alta capacidad para tomar decisiones rápidas, pero en ocasiones se vuelven bruscos y agresivos, egocéntricos, arrogantes y tienden a cuestionar la autoridad. Suelen estar motivados por el poder.


I (influencia y libertad). Los I son entusiastas, carismáticos, divertidos, sociables, locuaces, abiertos, vigorosos y muy persuasivos. Les motiva el reconocimiento, la interacción con los demás y la libertad; pero no les gustan los detalles y en ocasiones se vuelven extravagantes, descuidados, indiscretos, excitables, atolondrados y suelen perder el sentido del tiempo. Les motivan las relaciones.


S (sumisión y estabilidad). Los S son leales, cooperativos, tranquilos, constantes, calmados, estables, cuidadosos, pacientes, modestos, saben escuchar, y en general, se puede confiar en ellos. Piensan en los demás antes que en ellos mismos y tienden a ser sumamente diplomáticos y prefieren no llamar mucho la atención; pero tienden a resistirse a nuevas ideas, a no expresar sus sentimientos, a ser testarudos, y a no buscar el cambio de forma proactiva. Les motiva la seguridad por encima de todo.


C (acatamiento y rectitud). Los C son analíticos, precisos, lógicos, cuidadosos, formales, disciplinados, valoran la calidad y la exactitud por encima de todo; pero tienden a ser reservados, tímidos, a no expresar sus opiniones, a atascarse en los detalles y les cuesta mucho asumir riesgos y tomar decisiones (para cualquier cosa montan una hoja de cálculo de 3000×3000). En general, son tremendamente planificadores.


Hay que matizar que muy pocas personas tienen un estilo de pensamiento puro (aunque todos tenemos una tendencia natural hacia uno de ellos). De hecho, la mayoría tenemos estilos mixtos: D-I, I-S, S-C, C-D, C-I, D-S (una mezcla un pelín rara…), incluso D-I-C, I-S-C… En muchos casos estas mezclas se producen gracias a los diferentes roles que podemos asumir en el trabajo y en la vida. Por cierto, sería interesante relacionar los estilos de pensamiento DISC con la teoría de roles de Meredith Belbin… Belbin plantea nueve roles en los equipos:




Respecto al eneagrama y sus nueve tipos de personalidad, dejo un enlace a la Wikipedia. Lo cierto es que este modelo asusta por su origen milenario (algunos lo llaman diversigrama…). Pero desde mi punto de vista, puede ser una herramienta extraordinaria.


Pero no sólo es importante mezclar diferentes estilos de aprendizaje y de pensamiento, incluso de roles, para configurar un equipo creativo de éxito, también hay que tener en cuenta la diversidad de habilidades técnicas. Si los equipos no poseen las habilidades técnicas y la experiencia necesaria, tendrán problemas para ejecutar las ideas que generan. También son importante tres ingredientes más para que un equipo creativo funcione: cooperación (para el logro de un objetivo común), confianza y cohesión.


¿Alguien piensa en todo esto a la hora de conformar los equipos? ¿o los equipos de trabajo se suelen configurar al azar?


“Las decisiones se toman en unos segundos y se pagan el resto de la vida.”

Paolo Giordano

DIFERENCIAS


Muchos de los problemas a los que se enfrentan las empresas actuales parten de confundir estrategia con eficiencia operativa. 


Se han desarrollado múltiples herramientas de gestión como la calidad total, el EFQM, el ISO-9000, el Six Sigma, los sistemas Kanban, el benchmarking, la subcontratación, la reingeniería de procesos… que nos prometen mejoras en eficiencia, pero cuya contribución a la creación de ventajas competitivas es bastante efímera. El mismo Porter se planteaba hace algún tiempo como la eficiencia operativa había ocupado la mente de numerosos directivos durante demasiado tiempo, llevando a sus organizaciones a posiciones competitivas desfavorables.


La eficiencia operativa puede funcionar a corto plazo, pero no es suficiente para asegurar la competitividad de las empresas a largo. De hecho, muy pocas empresas han logrado sobrevivir largos periodos de tiempo basándose únicamente en ella. Esto no quiere decir que la eficiencia operativa no sea algo interesante y beneficioso, simplemente se deben desarrollar otras capacidades para poder competir a largo plazo.


Es evidente, que tanto la estrategia como la eficiencia operativa son fundamentales para que una empresa pueda competir con garantías. Pero al final lo que permite que una empresa obtenga buenos resultados es que consiga diferenciarse de sus competidores de alguna forma y que sea capaz de mantener esa diferencia el máximo tiempo posible. El problema de la búsqueda continua de la eficiencia operativa es que en realidad consiste en ejecutar procesos parecidos mejor (que no es poco, pero que tampoco es mucho…)


Porter afirma que la eficiencia operativa está llevando a algunos sectores a la autodestrucción. Sin ir más lejos, el benchmarking y la subcontratación han conseguido que en muchos sectores las empresas se parezcan como gotas de agua, encerradas en una eterna competición de océano rojo (basada en la imitación) de la que nadie saca nada.


¿Por qué se produce esto? Porque los directivos dejan de pensar a nivel estratégico y se dedican a la eficiencia operativa, bastante menos creativa, pero eso sí, mucho más sencilla.



“Si no eres una marca, seras una mercancía y tendras que ir a precio.”

Kottler