Durante los meses que se llevo a cabo el pasado mundial de Sudafrica 2010, era fácil escuchar a todos los mexicanos convertidos en directores técnicos de futbol. Ya fuera en restaurantes, cantinas, bares y en las propias oficinas, estos ‘directores por un día’ gritaban órdenes a la televisión, explicaban técnicas, descalificaban las acciones de un equipo y celebraban las de otros.
Ésa es la pasión deportiva; ése es el furor de la pasión por un juego en el que la entrega es obligatoria; ésa es la voz de quien –como el jugador número 12– es capaz de tener una dirección para salvar el honor del país. Si eso lo hacemos en el tiempo libre, ¿por qué no aplicamos en la oficina?
Jugar en la cancha y en la oficina son dos ámbitos que se caracterizan por basar su triunfo en reñidas competencias en las que un pequeño error se convierte en un fracaso personal y en el éxito del adversario.
Los contendientes se enfrentan cara a cara todos los días. ¿Qué buscan? No solamente el dinero –que representa el éxito–; también el reconocimiento.
Ser humano y ser competidor son cosas diferentes, casi opuestas. Los preceptos de piedad y misericordia no tienen cabida en asuntos de negocios.
Hay aspectos que deben regir a un buen empresario para convertirse en un líder y uno de ellos es separar las relaciones personales de las profesionales.
Esto puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Un boxeador no puede tentarse el corazón ante su adversario: uno de los dos será noqueado… No importa cuán duro sea, hay que saber decidir.
La estrategia
Muchos deportes, entrenadores y deportistas. Cada uno con una visión diferente y una meta que perseguir. Ésa es la clave de la estrategia deportiva: no existe un objetivo universal; es importante definir el propio.
Algunos CEO buscan crecimiento de sus marcas, otros reconocimiento de su trayectoria, unos más un interés económico. La primera línea a trazar es justamente ésta: ¿qué se busca? ¿con qué fin? ¿cómo se encontrará?
Para ello es indispensable definir pautas claras. Una frase debe ser suficiente para marcar la meta.
Tener un plan no es suficiente.
La meta no se cumplirá si no existe claridad del objetivo. Durante la planeación estratégica deben plantearse todos los posibles panoramas. Éste es un factor que se pierde comúnmente de vista: el adversario también tiene un plan. Y éste, a pesar de lo que uno opine, puede ser mejor que el propio.
El Equipo
Lo comprobamos durante la Copa del mundo: los equipos con mayor unidad desplazaron a los que no encontraban solidez entre los jugadores. Y es que una de las filosofías más contundentes de Fabio Capello, director técnico de la selección inglesa, es construir las bases en el respeto y en la capacidad de compartir ideales. Tener una visión de equipo llega a producir una energía masiva que avanza como línea de ataque.
“Sin mi gente no sería nada, pues mi obsesividad la canalizo hacia ellos, orillándolos al trabajo, al esfuerzo y al sacrificio común. De otra forma no podría definir el éxito de mis empresas”, explica en exclusiva Jesús Martínez, presidente del emporio futbolero tuzo.
La mejor forma de llevar a cabo esto es logrando que cada una de las personas que participan directa o indirectamente en un proyecto se sientan (sin importar el organigrama) piezas fundamentales e irremplazables.
Un equipo de futbol no son sólo los 11 jugadores de la cancha y el director. está la banca, el equipo de alimentación, finanzas, administración, vestidores, y una lista casi interminable de manos enfocadas en un mismo proyecto.
En La Cancha
“Todos los que practicamos deportes sabemos que salimos para ganar o perder. Hay que aceptarlo”, piensa el actual campeón mundial de tenis, Rafael Nadal. La hora de salir a perseguir el triunfo llegó. La meta por la que se ha trabajado se encuentra en juego y a veces un movimiento en falso puede alejarlo para siempre.
“Como en el yoga, cualquier postura requiere de fuerza física y preparación, pero el control sobre los impulsos es vital. La mente nos manda estímulos de derrota, comparación, envidia que, de no mantenerse a raya, nublan la visión, volviendo imposibles la concentración y la postura. Lo mismo pasa con una empresa y sus objetivos”.
La mente es traicionera y si la preparación no es suficiente, el pánico es paralizante y catastrófico. Sólo hay dos formas de contrarrestarlo: la previsión y la reacción. Si uno está preparado y ha pensado en todas las variantes, el cuerpo también lo estará. Se requiere haber planteado el peor panorama desde antes.
Detectar si las fallas se deben a una crisis, un aumento de precio en la materia prima o una baja en el consumo, y entrenarnos en ello. Así se puede cumplir con una regla básica de Steve Pagliuca, co-propietario de los Celtics de Boston: “Piensa en tus capacidades, no en tus limitaciones”.
Mantenerse alerta suena evidente, pero no lo es tanto.
La vista de todo el equipo debe unirse en un solo propósito: adelantar las jugadas del contrincante todo el tiempo.
“Uno no se puede venir abajo por perder un partido ni debe dormirse en sus laureles por ganarlo. Nadie se acuerda de las victorias, sólo de las derrotas”, asegura Nadal. Para lograr reacciones exitosas se requiere mantener la calma.
El Éxito
Suena trillado, exagerado, irrelevante y banal, pero es indispensable festejar cada triunfo, por pequeño que sea. Y no sólo entre los directivos: todos los miembros del equipo deben poder disfrutarlo. Una comida un bono, un día libre y, por supuesto, un agradecimiento personal por parte del director en ‘los vestidores’ son algunos de los métodos correctos.
Esto no sólo renovará los ánimos de empleados orgullosos de pertenecer al equipo; los alentará a seguir participando. “La meta ya la logré: me voy en la primera posición y por eso estoy aquí, para compartirlo con todos. No puedo pedir más, estoy muy agradecida con todos. Me voy demasiado contenta con lo que hoy la gente me dio”, declaró Lorena Ochoa el día en que anunció su retirada del golf.
“Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla.”
Sigmund Freud
Sigmund Freud
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