Sabe qué hacer cuándo le dicen: `¡Queremos ser tu banco!´ `¡Nosotros te apoyamos!´. ¿No? Enseguida le decimos qué responder.
1. Intentar ser el mejor
Frente a la primera reacción de sorpresa que puede plantear este enunciado, he de puntualizar (siguiendo a Michael Porter) que en la mayoría de los sectores no existe el concepto “mejor” sino distintas formas de competir. Y la búsqueda de ser la firma más grande, concepto al alcance de muchos, con políticas de precios agresivas y compra de competidores, puede llevarnos directamente al desastre.
¿Ya que, de qué sirve tener la mayor cuota de mercado si no somos rentables? El verdadero reto consiste en conseguir que la estrategia de la empresa sea sostenible en el tiempo, buscando ser genuinamente “únicos”. Hemos de buscar nuestra propia y particular manera de competir, manera “única”, sostenible en el futuro y acorde a nuestra visión. Entonces competiremos de la “mejor” manera dentro de nuestro mercado.
2. Plantear la salida de la organización a una persona con alta antigüedad, inadecuado desenvolvimiento profesional, pero con gran capacidad de influencia
¿Cómo que una situación como la mencionada puede ser una decisión con riesgo? ¿No sería al contrario, una decisión de mejora para toda la organización empresarial? La respuesta es que las disfunciones que lleva aparejada normalmente una decisión como ésta, pueden llevar a un período turbulento dentro de la empresa.
La incapacidad de asumir el cambio, la falta de capacidad de sacrificio (de manera moderada, claro está, no son galeras…) y un regulación laboral inflexible son caldos de cultivo propicios para la existencia de situaciones como las mencionadas (Edmund Phelps, premio Nobel de Economía 2006, ha manifestado públicamente que existe un exceso de protecciones de tipo laboral, llegando a plantear incluso el establecimiento del despido libre como una palanca de creación de empleo y reducción del paro: “España puede sortear mejor la crisis si camina hacia el despido libre”).
La salida de la organización puede generar el riesgo de un contínuo descontento en el período en que se materializa. ¿Cómo evitar este riesgo? No dejando que se llegue a este extremo, actuando con firmeza cuando corresponda, evitando así este tipo de disfunciones.
3. Confiar la mayor parte de las líneas de financiación a una sola entidad bancaria
“¡Queremos ser tu banco!” ¡Nosotros te apoyamos!” Frases como las que anteceden habían sido habituales en las relaciones Banco-Empresa en estos últimos años. Frases que expresaban la confianza de la Banca en la Empresa y en su apoyo a la Empresa. Palabras que reflejaban la complicidad entre dos sectores, situados en planos diferentes, pero concurrentes del mismo mercado empresarial.
Frases que se han transformado en “el analista de la central dice que no puede ser” o “lo siento, pero no te puedo dar más, piensa que a otros ya no les damos nada…” Este cambio de actitud de las entidades bancarias ha cortado de raíz algunas iniciativas empresariales. Y no solo eso, sino que en casos de concentración en una sola entidad bancaria el hecho de reducir substancialmente el crédito concedido a la empresa está llevando a algunas empresas a situaciones de muy difícil solución… O sea que, visto lo visto, mejor diversificar en varias entidades bancarias que depender de una sola.
“No quiero hombres con el sí fácil a mi alrededor. Quiero que todos me digan la verdad, aunque ello les cueste su trabajo”.
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