Si quieres tomar lo mejor de esta relación y elevar tu desempeño, aprende a establecer una relación provechosa para ambos. Estos consejos pueden ayudarte.
El escenario ideal es tener un jefe que no sólo sea un superior, sino también un coach en tu carrera.
El escenario ideal es tener un jefe que no sólo sea un superior, sino también un coach en tu carrera.
Esto, desafortunadamente, no siempre pasa. Y no tiene que ver con que no quiera hacerlo. Es muy probable que su apretada agenda o las metas que debe cumplir lo mantengan demasiado ocupado.
Si quieres tomar lo mejor de esta relación y elevar tu desempeño, aprende a establecer una relación provechosa para ambos. Estos consejos pueden ayudarte.
1. Conoce su agenda: Esto no significa que debas saber en detalle qué hace durante el día o te transformes en su secretaria. Se trata de identificar el mejor momento para conversar con él. Evita hacerlo después de reuniones complejas donde, probablemente, el nivel de tensión sea alto. Aunque él no lo quiera –y aunque no sea tu culpa–, estará con el ánimo encendido o apunto de hacerlo, por lo que corres más riesgos.
2. Apoya sus metas: Nada hace más feliz a un directivo que contar con un equipo que trabaja persiguiendo sus mismos objetivos. Si ya conoces cuáles son las metas que debe alcanzar tu empresa –o tu unidad–, transfórmate en un aliado para él. Si te ganas su confianza, te dedicará cada vez más tiempo o atenderá con mayor dedicación tus propuestas. El gran secreto: cumple tus promesas y nunca excedas las fechas límite. Para ello, toma nota sobre cada acuerdo o petición, de tal forma que no tengas necesidad de volver a preguntar (porque puede que no esté disponible para hacerlo y tú quedarás empantanado en una duda).
3. Adáptate a su estilo: Cada persona es distinta. Y cada jefe también. Mientras algunos directivos trabajan mejor a través del e-mail, otros se sienten mejor cuando las conversaciones se llevan a cabo en persona o por teléfono. Averígualo. Puedes preguntar a su asistente, a algún colega o directamente a él. Lo importante es descubrir cómo se siente más cómodo. ¿Otros ejemplos? Algunos prefieren las reuniones cortas y al grano; otros, las conversaciones distendidas. Ciertos jefes aman una buena comida de negocios; otros, los rápidos desayunos.
4. Fija reuniones periódicas: Ojalá sean semanales, pero si no es posible adáptate a la agenda de tu jefe. Esto les permitirá tener tiempo para trabajar en conjunto y así revisar proyectos o discutir ideas. No importa si te da 10 minutos o una hora. Por eso es clave que organices la reunión con cuidado milimétrico para aprovechar cada segundo y obligarte a analizar todos los temas importantes. Hazle sentir que para ti esos minutos son muy importantes y que valoras su tiempo. Aunque sea difícil, deja un pequeño espacio para conversar con mayor libertad y deja que él también te conozca como persona.
5. Define en qué necesitas su apoyo y comunícaselo: Si lograste agendar una reunión periódica con tu jefe, lleva la lista contigo. Recuerda que antes de pedir tienes que ofrecer (“Avanza en tu carrera”). Es muy importante que él tenga certeza sobre qué necesitas y en qué puede ayudarte. Nunca lo des por sobreentendido, ya que esta es la mejor forma de optimizar su tiempo y alcanzar objetivos comunes. Si hacerlo en forma personal es imposible, redacta un e-mail (o realiza un llamado telefónico) y explica todo punto por punto y con la mayor claridad posible. Al final del mensaje no olvides agradecer su ayuda.
6. Mantenlo informado: Siempre preferirá saber qué haces y cómo avanzan tus proyectos que vivir suponiendo que todo va bien. Anticípate a sus requerimientos y mantenlo constantemente informado. Procura ser breve, muy preciso y utilizar el mismo formato cada vez (en powerpoint, word o en el mismo e-mail), para que tu jefe se acostumbre a tu estilo de presentar la información. Así asociará en todo momento el mensaje contigo.
"Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera",
Albert Einstein
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