Esta es una historia diferente: Aquiles, el invencible guerrero griego, y Héctor, el más feroz y diestro de los troyanos, deciden dejar de pelear la guerra descarnada de años a la que los había condenado La Ilíada de Homero- y unen sus fuerzas con un objetivo común: declararle la guerra a los Dioses.
Estaban cansados de ser títeres de Dioses aburridos, de la trama, de los engaños, de tanta muerte por una causa que ya se cuestionaban: Helena de Troya, ¿valía la pena?
Zeus estaba furioso, y con una profunda voz que semejaba a un gigante y estremecedor trueno, interroga a Aquiles y Héctor, junto con sus ejércitos: "¿TIENEN ALGO QUE DECIR ANTES DE QUE USTEDES Y LOS DE SU ESPECIE MUERAN?"
"Ríndete ahora", le contesta Aquiles, "y no mataremos a sus Diosas para que se conviertan en nuestras esclavas y cortesanas".
Le cuesta a la mente hacerse a la idea de que seres humanos decidan atacar al Olimpo y vencer a todos los Dioses. ¿Declararle la guerra a los Dioses?
Pero esto es justamente lo que ha venido pasando con la humanidad: se cuestiona, se cambia, se innova, se arriesga, se ataca a los Dioses predominantes para que caigan y nazcan unos nuevos.
Conviene enfatizar que por Dioses también se entiende a los paradigmas actuales que se conforman de maneras sutiles pero incisivas, y se convierten en ley, en dogma, en mandamiento; hasta que llega alguien y los tumba, o bien, los presenta con una perspectiva completamente diferente.
"Dios ha muerto", fue quizá la frase más famosa de Friedrich Nietzsche, filósofo del siglo pasado.
Contra pronósticos, con riesgo de perder la vida, con probabilidades casi cero, el humano se lanza. Contra el mamut, contra desastres naturales, contra climas hostiles, contra la miseria y la enfermedad, contra ideas predominantes, contra su vieja versión de él mismo. Y el cosmos parece conspirar, y llegan las ayudas de diversos lados, aparece la magia, se sacan las fuerzas, y la transformación se cristaliza.
Colón, contra el mito de la tierra plana; Galileo, contra la idea de que el sol giraba alrededor de la tierra; Gutenberg, contra la palabra hablada; Newton, contra la ignorancia de la física; Einstein, contra los estándares mecanicistas; Aristóteles, contra las explicaciones ilógicas y la ausencia del raciocinio. Cristo, San Pablo, Mohamed, Lao Tsé, Buda, Confucio, contra el vacío de una vida sin sentido, y cada uno de ellos plasmó su propia idea de Dios.
En un tono más salvaje, llegaron los españoles a América, y todos los Dioses de los indígenas desde Huitzilopochtli hasta el místico Quetzalcoatl, fueron derrumbados. Cortéz, con 553 soldados se impuso sobre miles de indígenas en México, mientras que Pizarro, con 177 hombres, derrocó a un ejército de 40,000 indígenas en el Perú.
En un tono más humano, hace décadas Rosa Parks -una mujer de la tercera edad de ascendencia africana- decidió ir en contra de lo establecido: en el transporte urbano norteamericano las personas de raza negra tenían que ponerse de pie para dejarles el lugar a las personas de raza blanca. Y ella, un buen día y tras años de estarlo haciendo, se negó. Se armó un escándalo y desembocó en una necesaria crisis racial.
¿Divorciarse? Claro que sí, en la opinión de Enrique VIII: la religión no me acomoda, hago una nueva que sí me acomode.
¿Bendecir algo maldito? Hace 600 años, la bebida del café se hizo popular en el Medio Oriente y África. Particularmente era favorecido por monjes musulmanes para mantenerse despiertos en las largas noche de oración y ritual. La Iglesia Católica, temerosa, empezó a asociar esa bebida con religiones inferiores, "la bebida del diablo".
Hasta que llegó Clemente VIII que, probando una taza de café dijo: "esta bebida de Satanás es deliciosa, sería una pena dejarle en exclusiva a los infieles. Engañaremos al diablo bendiciéndola".
¿Un auto para todo mundo? Henry Ford visualizó un auto para cada familia empezando por sus obreros. ¿Contra Microsoft? Linus Torvalds, creador de Linux: un sistema abierto, espontáneo, gratuito, que se ha convertido en una piedra en el zapato -que crece por minuto- para Microsoft.
¿Una computadora en cada hogar? -la bandera de Steven Jobs cuando el despegue de Apple- suena básico hoy en día; pero Thomas Watson, fundador de IBM dijo en 1943: "Considero que hay un mercado mundial de unas 5 computadoras". Ken Olson, en 1977 Presidente de DEC dijo "no hay ninguna razón para que un individuo tenga una computadora en su casa".
También están los casos en los que la audacia y la propensión humana de arrojarse a nuevos mundos, invenciones y descubrimientos, se quedan en el camino del progreso, y funcionan como parte de un proceso que le abre la brecha a otros.
Y se llamaba Ícaro, que junto con su padre quedó desterrado en una remota isla. Para escapar, se les ocurrió construir unas alas grandes y pegarlas con cera. Ícaro quiso volar primero, su padre le advirtió que no volara muy alto, que se cuidara del calor del sol porque podría derretir la cera con la que estaban pegadas las alas. Pero Ícaro, en su impulso juvenil, se dejó llevar, y pasó justo eso: el sol desmembró sus alas, cayó, murió. Su padre, con profunda tristeza, reconstruyó las alas, y en vuelo cauteloso abandonó con éxito la isla.
Era segundo de secundaria, Miss Deborah preguntó, ¿muchachos, la moraleja de la historia, cuál es? Y nadie contestó. Se desespera y ella nos la dice: "el progreso siempre tiene sus costos, sus fatalidades, su precio, pero siempre acaba siendo progreso".
Y las personas persistimos. Por inocentes, por inquietos, por ambiciosos, por curiosos, por desadaptados, por irreverentes, por ignorantes. Seguimos retando a los Dioses, seguimos quemándonos en el proceso, y seguimos, con bandazos, recorriendo el camino en busca del auténtico progreso.
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