lunes, 9 de agosto de 2010

EL FUTURO FUE AYER


Dejar de fumar. Hacer tal o cual curso. Volver a hacer deporte. Decirle a tus padres cuanto les quieres antes de que sea tarde. Atreverse a presentar tal o cual proyecto. Denunciar la situación que es injusta. Hacer ese viaje soñado. Montar ese negocio que es la solución de tantos sueños. Escribirle, aunque no seas poeta, esa poesía a tu mujer (o tu marido). Mirarle a los ojos a la vida, en definitiva.


Todos los días nos levantamos llenos de buenos propósitos. Casi todos los días nos acostamos frustrados por no haber llevado a cabo siquiera una pequeña parte de los mismos. Y al mismo tiempo admiramos aquellos que si han podido cumplir con una parte importante de sus expectativas. Pero si contemplamos a estas personas, sin prejuicios pero sin desorbitadas admiraciones, nos daremos cuenta de que en realidad no son tan diferentes a nosotros. Que su inteligencia, preparación o capacidad de trabajo no es muy superior a la nuestra. No obstante, ellos parecen estar como tocados por mágica varita mientras que nosotros tenemos la sensación de que si viene el hada madrina nos tocará más bien con un ladrillo.


¿Dónde esta la diferencia? Efectivamente, algunas personas confían sus deseos a sucesos vinculados al mañana. Sucesos que no manejamos y que muchas veces ni siquiera sabemos como se van a producir. Me va a tocar la lotería, se va a ir mi jefe y me van a promocionar, mis hijos se darán cuenta de mis esfuerzos y me volverán a hacer caso, me jubilaré y tendré el tiempo para aprender a jugar al golf. Mañana. Mañana…


Otras personas, no. Ellas deciden pasar a la acción. Para ellas, el futuro fue ayer, cuando dieron el primer paso. Y ello no significa que dar el primer paso sea garantía de llegar a la meta. No. Ni para ellos ni para nadie. Solo significa que ya estas mas cerca, que estás en acción, que te haces más fuerte porque lo estas intentando y nadie podrá acusarte de que no los has hecho. Sobre todo la persona a la que debes respetar más, tu mismo.


Se trata, pues, de invertir en la construcción de tu futuro. Pasando a la acción. Eliminando los impedimentos que nos impiden avanzar. Reconociendo que no lo hacemos por pereza sino por miedo al fracaso. Teniendo la sabiduría para convencernos de que perdemos mas cuando no lo intentamos que cuando no lo conseguimos. Con el único limite de la Prudencia y siempre que esta no estrangule a su prima lejana, la Iniciativa. Y dirigiendo la energía que antes dedicábamos a las excusas a aplicarla a la acción.


Me dijo una vez un amigo que no jugaba a la lotería ni a las quinielas ni a cualquier otro juego de azar porque no quiere delegar en la fortuna su éxito económico. Creo que se trata de una forma inteligente de promover que solo sean tu esfuerzo y dedicación las únicas fuentes de prosperidad profesional. Aquí solo caben ejercicios de voluntad, entendiendo esta como un caudal infinito de energía que solo depende de nosotros. Y no como muchos otros condicionantes que si nos vienen dados: patrimonio familiar (que determina, en gran parte, nuestra educación y entorno cultural), cualidades físicas o intelectuales, …


La  voluntad se convierte así en el mayor factor igualador de la especie humana. Siempre se podrá decir que no todos nacemos con la misma capacidad de pasar a la acción, de ejercer la voluntad. Puede que sea cierto, pero aunque sea así yo creo que la capacidad de ponerla en marcha es siempre tuya. SOLO TUYA. Siempre. Sin Excusas. ¿Cuándo Deseas Que Empiece Tu Futuro?


“Pon Tus Palabras En Accion, Y No Permitas Que Tu Lengua Diga Torpezas.”


Ralph Waldo Emerson 

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