La nómina es, hoy, sinónimo de presencia o disponibilidad. La desconfianza implícita que existe en tan abundante cantidad en las relaciones laborales conlleva a que las organizaciones están dispuestas a sacrificar unos mejores resultados con tal de tener controlados a sus profesionales. Esta práctica lleva, en muchas ocasiones, a perversiones crueles del sistema: directivos y organizaciones que piensan que pagar un salario significa comprar la vida privada de sus profesionales, a través de horarios estúpidamente alargados, disponibilidad absoluta los fines de semana o las vacaciones, viajes innecesarios, etc. En estas situaciones, los resultados es lo de menos. Prima la sensación de que satisface más comprar las vidas de los profesionales que obtener mejores resultados.
Situación que se está agravando últimamente de forma ventajista: “No puedes quejarte. No puedes irte (tal como está el mercado laboral). No tienes más opción que aguantar el abuso”. Mañana, estas mismas organizaciones se volverán locas buscando soluciones para motivar o mitigar las tasas de rotación. Cuando la solución es muy sencilla: respeta a tu gente, cuando las cosas van bien. Pero especialmente cuando las cosas van mal.
Creo firmemente en el trabajo duro (uno de los factores que diferencia finalmente las organizaciones exitosas de las que no lo son.) Estoy en contra de los artificiosos programas de conciliación vida laboral y familiar (vistosos lazos que se ponen en cajas vacías). Simplemente estoy a favor de establecer relaciones basadas en el mutuo respeto y en el mutuo compromiso. Relaciones que, normalmente, conseguirán unos mejores resultados. Simplemente, no tratemos a nuestra gente peor de cómo trataríamos al mejor de nuestros clientes. No Nos Arrepentiremos.
“Mirada de Cerca, La Vida Es Una Tragedia, Pero Vista de Lejos, Parece Una Comedia.”
Charles Chaplin
No hay comentarios:
Publicar un comentario